Pide familia de Estela Rojas Peña, que su feminicidio no quede impune

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  • A casi tres años de su asesinato, este 4 de agosto iniciará el juicio de un crimen clasificado como “homicidio doloso”
  • Su menor hija nunca recibió ayuda prometida

Soledad Jarquín Edgar

SemMéxico, Oaxaca, 01 de agosto del 2022.- El asesinato de Estela Rojas Peña ha marcado la vida de su familia, en especial de su hermana Elizabeth, quien sigue por todas las vías posibles el reclamo de justicia. El recuento de lo sucedido aquel 27 de noviembre de 2019 le despierta el mismo dolor provocado por las más de 36 horas sin saber del paradero de su hermana y encontrada sin vida bajo un puente, a casi una hora de distancia de su casa.

Estela Rojas Peña, tenía 38 años recién cumplidos, una hija de 9 años de edad por quien ella trabajaba, soñaba con viajar y ahorrar para el futuro de la niña. Era una exitosa contadora pública egresada de la UABJO, años atrás había instalado su propio despacho contable. Para su hermana menor Elizabeth, todo lo había logrado a pesar de las dificultades físicas que enfrentó desde los 16 años cuando le fue diagnosticada una artritis juvenil.

“Mi hermana no tenía enemigos, fue una persona amable, tranquila”, dice al tiempo de explicar que su madre es costurera y su padre carpintero, durante un tiempo incluso el padre emigró a Estados Unidos, “vivimos de forma limitada”, por eso los logros de Estela fueron muy importantes para la familia, porque a pesar de su enfermedad logró alcanzar muchas de sus metas. La artritis, refiere, la hicieron una persona vulnerable físicamente y “sus asesinos se aprovecharon de eso”.

El 4 de agosto próximo, los dos detenidos –Armando N y Joel N- enfrentarán la última etapa del proceso judicial, al iniciar el juicio, donde se presentarán 29 medios de prueba que los señalan como responsables de “homicidio calificado”, como reclasificó el juez que obsequió las órdenes de aprehensión solicitadas por la Fiscalía General del Estado de Oaxaca ante un probable hecho de feminicidio, al encontrarse “expuesto” el cuerpo de la víctima, quien fue asesinada a golpes.

Elizabeth Rojas Peña confía en que la actuación del juez que encabezará el juicio de su hermana Estela, juzgue con objetividad y pueda empezar una etapa nueva ella y a toda la familia. Plantea además que es sabido que Armando N. podría estar vinculado con otros delitos, como el fraude, por lo que pidió a las personas que habrían sido afectadas, que interpongan las denuncias y al mismo tiempo llamó a que las autoridades den continuidad a las denuncias presentadas con anterioridad por otras personas. No sabemos, dice, si hay otros delitos, al tiempo de asegurar que pedirán la pena máxima de 40 años de prisión.

Un recuento doloroso

Para Elizabeth la pesadilla sigue. Recuerda que aquel 27 de noviembre su hermana había quedado de verse con un cliente en un restaurante del municipio conurbado El Tule por lo que le habló por teléfono para que ella fuera por su hija a la escuela. Eran poco más de las 14 horas, minutos más tarde Estela misma le llamó para saber si ya habían comido. Esa fue la última vez que tuvieron comunicación.

En ese lugar se vio con quien –apunta- era su amigo, Armando N. y el chofer de éste de nombre Joel N. El cliente nunca llegó al lugar. A Armando N. le habrían robado pertenencias –dinero y documentos de su camioneta- por lo que estaba muy molesto. Mientras tanto, trabajadores de Estela estaban en un banco donde tenían que cobrar un dinero que le debía Armando N., desde dos años antes. En el banco les informaron que no había fondos en esa cuenta.

Estela Peña Rojas llamó a sus trabajadores que se acercaran al lugar para auxiliar a Armando N. pero éste les dijo más tarde que no era necesario que ya iban de regreso a la ciudad de Oaxaca, pero Estela nunca llegó a su domicilio.

Armando N. aseguró que había perdido de vista a Estela en el camino de regreso, sin embargo, las investigaciones mostraron, vía cámaras de seguridad particulares y del C4, que las dos camionetas se dirigieron hacia el Panteón Jardín.

Al ver que su hermana se dilataba en llegar, Elizabeth le manda mensajes diciendo qué tenía que ir a un partido de futbol, que donde dejaba a su hija y las llaves que había olvidado, pero Estela ya no respondió. Ella insistió durante toda la tarde y noche del 27 de noviembre.

Ante la ausencia de su hermana quien no volvió, Elizabeth interpuso una denuncia por desaparición el 28 de noviembre, por lo que empezó a circular una ficha de búsqueda, impulsada en redes sociales por colectivos feministas. En la madrugada vía telefónica una persona conocida le dijo que habían visto la camioneta de su hermana cerca del Panteón Jardín. De inmediato llamó a la Fiscalía quienes le dijeron que irían por la mañana.

Ese 29 de noviembre ella misma acudió al lugar junto con otros familiares. Ahí encontraron al personal de la Fiscalía, cuando iba de regreso a su casa, Elizabeth recibió una llamada del personal de la Fiscalía diciendo que habían localizado un cuerpo en la población de Valdeflores, Zimatlán, ubicado a poco menos de una hora de su domicilio en el municipio de Xoxocotlán.

Elizabeth Rojas Peña fue al Servicio Forense y al mismo tiempo llegó su mamá –Elizabeth Peña procedente de San María Huazolotitlán, Pinotepa Nacional-, quien solo sabía que su hija estaba desaparecida. Una comandante dijo: “les voy a mostrar el cuerpo de Estela”. La madre y ella sufrieron un gran impacto, así que fue Elizabeth quien se hizo cargo. “No necesité ver el cuerpo de mi hermana, me bastó ver las fotografías para reconocerla”, explica con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta que le impide hablar con claridad.

Elizabeth, hermana menor de Estela, se hace cargo de los trámites y esa misma tarde se trasladan a San María Huazolotitlán, Pinotepa Nacional, la población de origen de la familia Rojas Peña en la costa oaxaqueña, a casi ocho horas por carretera, donde es sepultada su hermana y donde viven desde que sucedieron los hechos.

Podrían obtener la sentencia condenatoria por las pruebas recabadas

La abogada Miriam del Rayo Alonso explica que se hizo cargo del caso cuando se obsequiaron las órdenes de aprehensión y fue detenido Joel N. quien era chofer de Armando N., el 7 de octubre del 2020.

Refiere que la carpeta de investigación fue iniciada por la Fiscalía de Género de Valles Centrales y las investigaciones estuvieron a cargo de la comandante Elizabeth Torrija, gracias a ella pudieron en breve tiempo recuperar pruebas fundamentales, sin embargo, el Ministerio Público había detenido las acciones, por lo que ella misma sugirió que el caso fuera llevado por la vicefiscalía de Valles Centrales, donde se hizo cargo de la investigación Vicente García Baltazar, quien finalmente solicitó la orden de aprehensión de los probables responsables.

El 20 de mayo de 2021 fue detenido Armando N. en Playa del Carmen, Quintana Roo, esto gracias a la actuación de colectivas feministas de Oaxaca y de esa entidad, aunque cabe señalar que la noticia fue adjudicada a una “acción conjunta de investigación” de las Fiscalías de ambas entidades.

Del Rayo Alonso señala que hay pruebas circunstanciales importantes, incluyendo pruebas de ADN recopiladas en un domicilio de Armando N. correspondientes a Estela Rojas, y otras más “que enganchadas unas con otras hacen altamente probable que quienes privaron de la vida a Estela son las dos personas que están privadas de su libertad”.

Estela, añade, habría sido privada de la vida entre las 4:20 y 4:30 de la tarde del 27 de mayo de 2019. Los ahora inculpados podrían ser condenados a 40 años de prisión por homicidio calificado.

Sin apoyo y amenazas veladas

Elizabeth Rojas Peña refiere que desde el feminicidio de su hermana Estela, personal de la Secretaría de las Mujeres de Oaxaca (SMO) se comunicaron con ella ofreciendo apoyo para la hija de su hermana. “Me pidieron los papeles, se los llevé, pero nunca me llamaron, era un programa para Hijos de Víctimas, de la Secretaría de las Mujeres. A los meses les llamé para preguntarle si iba a proceder y me dijeron que ellos me avisaran, pero nunca me llamaron. Recibimos cinco terapias y se suspendieron por la pandemia de Covid.

Por otra parte, cuenta que el día que supieron que su hermana había sido víctima de un feminicidio ella y su familia fueron a su casa en Xoxocotlán a recoger sus pertenencias. Hasta el lugar llegaron unas personas en una camioneta negra y dijeron “esta es la casa”, nos dio miedo y cerramos la puerta.

En estos casi tres años, es constante que le llaman por teléfono y nunca le respondan, cuando ella devuelve la llamada, la manda a buzón. La vida de Elizabeth Rojas Peña también se ha detenido de alguna forma.

SEM/sj/MG

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