Popurrí Jacaranda

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Por Ana Valderrama

SemMéxico. 08 de marzo 2020.

Ahora que estamos juntas, ahora que si nos ven:

Hoy hablaré por aquellas que no se encuentran aquí, hablaré por ti, por mí, por nosotras y por ellas, de las que no encuentran huella, de las que no hay quien enumere, hablo porque soy y eres, mujer, y aunque me sentencien, no dejaré que silencien nuestras voces de mujeres.

Esta no es mi voz, éstas no son mis palabras, me estoy arropando con el pensamiento de mis encentras, mis vecinas, mis amigas, mis maestras, mis hermanas y mis madres…

Grito por las que no están, por aquellas a las que les arrebataron la voz. Grito, porque si mañana no estoy, quiero que griten por mí.

Justicia y justicia. Hasta que la dignidad se haga costumbre.

Nos pidieron más creatividad, sin calcular que somos las creadoras de esta vida. Siempre hemos estado creando, siempre hemos sido creativas. Bajo yugos o sobre privilegios.

Y sí, es contra nosotras esta violencia atroz. Y estoy, estamos y estaremos para repetir una y otra vez: nunca más un minuto de silencio.

Ni mi silencio me protegió, ni tu silencio te protegerá, compañera.

Ignoramos nuestra verdadera estatura, hasta que nos ponemos de pie.

Quienes no se mueven, no notan sus cadenas.

Y hoy, ya siempre, estaremos de pie y en movimiento. Nunca más un minuto de silencio.

Y ¿Sabes por qué las feministas somos feas? Porque somos libres y nos atacan con lo que creen más importante en una mujer: la estética.

Así que, aparte de nunca más: calladita te ves más bonita, vamos a poner de moda ser y vernos como queramos. Porque somos diversas, nunca más cortadas con la misma tijera. Viva nuestra diversidad.

Marchar hoy, parar mañana, son actos revolucionarios, que no son accesibles ni asequibles para todas. Hablar de feminismo y de género ya es un privilegio. Hay que visibilizarlo en todos los rincones, que de nosotras permee, sea manantial en la arena, agua, abrazo, para todas y por todas.

Matan a 11 a diario… imagínense cuántas sobreviven a un intento de feminicidio.

Porque las sobrevivientes, las que están vivas por un segundo, también cuentan y viven para contarlo. Justicia para no morir.

Matan a diario a 11 mujeres. Y atrás de cada una hay todo un entorno trastocado.

Y sí, es contra nosotras esta violencia atroz. Hay que dejarlo claro. Hoy no se felicita, hoy se conmemora, se pone la memoria sobre la deuda histórica. Ya me los imagino diciéndole a Martín Luther King: “No Martín, no es basta de violencia contra los negros, es basta de violencia contra todos”.  Demostrando que no entienden que no entienden.

Y saben, la verdad, es que si queremos que entiendan. Nos urge que entiendan. Nos va la vida en ello.

Qué mi enojo se exprese, que mi furia sea vista, y quiero también llorar, y cantar, y reír.

Si no puedo bailar, esta revolución no me interesa.

No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas.

El feminismo no puede ni debe construir a los hombres como sus enemigos naturales, el enemigo es el orden patriarcal que a veces está encarnado por mujeres. Y a veces, por hombres.

Nadie en el mundo, nadie en la historia ha conseguido nunca su libertad apelando al sentido moral de sus opresores.

Te digo lo que es la libertad para mí: No tener miedo.

Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel sueva y tierno corazón guerrero.

En esta revolución ningún hijo es soldado, ninguno se manda a la guerra. En esta revolución cantamos, bailamos, escribimos, investigamos, comunicamos y hacemos nacer palabras y significados, las ponemos en boca de todos: sororidad, feminismo, feminicidio, afidantamiento, patriarcado, macho, igualdad, memoria, verdad, reparación del daño, garantía de no repetición. Amiga, date cuenta.

Y vamos a poner de moda, a normalizar que la violencia contra la mujer no es cualquier delito, es un crimen. Queremos garantía de que denunciar no será un infierno, que se atenderá y velará por cerrar carpetas bajo impartición de justicia. Ya no tener miedo a denunciar.

Nos han enseñado a tener miedo a la libertad, miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es el gran impedimento en la construcción de la autonomía.

Pero hoy: nos dimos cuenta que nos cortaron las alas, y luego nos culparon por no saber volar.

Hoy, qué tiemble el estado, los cielos, las calles, que teman los fuertes y los judiciales, hoy las mujeres nos quitan la calma, nos sembraron miedo, pero nos crecieron alas.

A todas, a cada una de nosotras.

Nunca más está Lógica machista: violentaré y me burlaré de las feministas para hacerles ver que la violencia no existe y que están exagerando.

Hoy por siempre:

«Y retiemble su centro la tierra, al sororo rugir del amor!».

Todas las que escucharon o leyeron nuestras palabras:

Tú, yo, tirando el patriarcado, no sé, piénsalo.

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