Rescatemos de la desigualdad entre hombres y mujeres a la música clásica

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Por Carlota García Sánchez

SemMéxico. Madrid, 08 jul. 21. AmecoPress.- En raras ocasiones la música clásica ocupa espacio en los medios de comunicación y, cuando lo hace, las intérpretes son totalmente olvidadas debido a la gran desigualdad entre hombres y mujeres que presenta este género. Además, la carencia de referentes femeninos las perjudica y no ayuda a revertir la situación.

Cuando pensamos en compositores de música clásica instantáneamente nos acordamos de nombres como: Beethoven, Mozart o Bach, fácil ¿no? Los hemos estudiado y leído durante toda nuestra vida, les ponemos rostro y hasta parece que conociéramos su personalidad. Ahora bien, ¿qué ocurre si tenemos que pensar en compositoras de música clásica? ¿qué nos viene a la cabeza? Nada. Un vacío en nuestro imaginario colectivo que no hemos conseguido llenar a lo largo de todos estos años. Y es que, las creaciones de mujeres siempre han estado silenciadas y más aún si hablamos de música clásica dónde aún la igualdad entre hombres y mujeres está muy lejos de conseguirse.

Desgraciadamente, las compositoras no son las únicas invisibilizadas dentro de la música clásica, las intérpretes de bandas sinfónicas tampoco han conseguido todavía el espacio merecido. Según el estudio de la Asociación Mujeres en la Música (AMM), en la temporada 2019-2020, las orquestas sinfónicas profesionales españolas solo contaban con un tercio de instrumentistas mujeres y en todas ellas era un hombre quien dirigía la orquesta: “En la dirección titular la ausencia de mujeres es completa, ya que no hay ninguna entre las 25 agrupaciones musicales analizadas en el estudio”.

La investigación muestrala presencia del 31% de mujeres en los puestos de concertino, un 23% en los de solista y un 25% en los de ayuda solista. Es decir, cifras que no llegan ni al mínimo requerido para empezar a hablar de paridad. 
Además, los datos reflejan la existencia de una segregación vertical ya que, en los puestos de liderazgo, responsabilidad y mayor retribución, aumentan las diferencias entre hombres y mujeres. De hecho, a la hora de estudiar la situación por tipo de instrumento los estereotipos de género salen aún más a relucir.

La sección de cuerda es la más igualitaria, dado que existe una mayor presencia de mujeres que en otros grupos, concretamente del 42% frente al 16% del total de los vientos o el 10% de la percusión. La sección de violines casi ha alcanzado la paridad con el 49% de mujeres violinistas, así como las violas y violonchelos (44%). Es importante señalar que, en todas las bandas sinfónicas españolas, ellas son las encargadas de interpretar las arpas.

A nivel internacional la situación no mejora nada. En 2018, la organización Women in Music reveló que en música clásica apenas 76 de los 1445 conciertos ofrecidos el año pasado por grandes orquestas europeas incluyeron una pieza compuesta por mujeres. Y de entre todas las obras que se tocaron (más de 3500), sólo el 2,3% fueron hechas por compositoras.

¿Qué sería del cine sin música?

Desde que el cine comenzó la música ha jugado un papel muy importante en las producciones audiovisuales. La música refuerza el sentido emocional de la imagen y ayuda a introducir al espectador en la realidad que se pretende transmitir. La importancia sonora se ve, sobre todo, reflejada en la industria del cine mudo dado que las emociones y las situaciones de los y las personajes son expresadas a través de ellas. ¿Nos gustarían las películas de Chaplin sin la melodía que las acompaña? pero no hay que olvidar su importancia en el resto de las producciones ¿o qué sería de las películas de animación sin banda sonora?

Desgraciadamente, la importancia de la música en la industria cinematográfica no es proporcional a la presencia de las compositoras en el sector audiovisual. De hecho, es uno de los más castigados por la desigualdad entre hombres y mujeres. De acuerdo con el último informe, correspondiente a 2020, presentado por la Asociación de Mujeres Cineastas y Medios Audiovisuales (CIMA) sobre la representatividad de las mujeres en el sector cinematográfico del largometraje español, la igualdad de género está muy lejos de conseguirse dentro de la composición musical. Según el informe, se identifican como cargos ampliamente masculinizados la Composición Musical, la Dirección de Fotografía y la de Sonido. Históricamente los porcentajes de representatividad de mujeres no han superado el 20% y han experimentado mínimas del 4% en el primero de los cargos, 2% en el segundo y un 7% en el tercer caso.

En consonancia con los datos anteriores, el porcentaje de mujeres en los cargos de responsabilidad de la composición musical cinematográficamente se sitúa tan solo en el 11% frente al 89% de hombres. El género de animación es el más desigual de todos en esta categoría, ya que la ausencia de mujeres es rotunda. Todas las composiciones musicales para animación del 2020 estuvieron llevadas a cabo por músicos.

Diana Pérez Custodio, compositora y doctora en Comunicación Audiovisual, califica la competencia del género de animación como “feroz”: “nadie te impide que compongas pero que luego te paguen por ello es otra cosa. Hay demasiados techos de cristal que aún persisten y perjudican a las mujeres”. Aunque confiesa que en el resto de géneros la situación tampoco es mucho mejor.

En ficción el porcentaje de mujeres asciende levemente (10%) pero aún son cifras demasiado negativas para la igualdad. Por último, en producción documental las mujeres ocupan el 15% de representación dentro de la composición musical mientras que los hombres el 85%, con lo cual continúa siendo una categoría ampliamente masculinizada también en los documentales.

La investigación detalla que los datos tampoco son positivos desde una lectura de género en las medias de crecimiento, dado que son lentas: en Montaje (1%), Dirección (2%) o Composición Musical (3%); ya que por sí solos son cargos con una fuerte sobrerrepresentación de hombres año tras año. La composición musical, en seis años, solo muestra un porcentaje de mujeres del 25% en 2016, y en el resto de cargos una presencia completa de hombres.

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La importancia de referentes

Uno de los principales motivos por los que la participación profesional de mujeres en la música clásica es tan baja tiene que ver con la falta de referentes. La brecha de desigualdad se nota ya en el bajo porcentaje de niñas, adolescentes y mujeres que entran en los conservatorios.

Pérez Custodio ha sido profesora en el Conservatorio Superior de Málaga y explica que muchas de las alumnas que entrar lo abandonan: “A lo mejor entran doce alumnos y solo dos o tres son mujeres pero es un milagro que antes del primer año no hayan abandonado, o bien porque son mayores y no pueden compaginarlo con la vida familia o, porque son jóvenes y no aguantan la presión de determinados profesores que las tratan de determinada manera”. Esto provoca que existan bastantes menos mujeres que quieran y puedan dedicarse profesionalmente a la música clásica.

La compositora explica que la falta de referentes es un obstáculo al cual se enfrentan diariamente las niñas y mujeres en la música. “Cuando yo era más joven y le dije a mi familia que quería ser compositora, recuerdo la frase que me dijo mi padre: “lo siento mucho hija, las mujeres no pueden ser genios nada más hay que mirar los libros de historia”. Esa frase ejemplifica totalmente la falta de referentes que se vivía en mi época y que ha perdurado en el tiempo”.

Ahora, Diana Pérez Custodio tiene a sus espaldas una gran trayectoria en la música, es profesora en el Máster de Patrimonio Musical de la UNIA (Universidad Internacional de Andalucía) y compositora residente del Centro para la Difusión Musical del Mediterráneo pero insiste que a lo largo de los años la situación mejora demasiado lento: “Además, las que estamos tenemos que tener ganas porque es muy sacrificado y duro. La composición tiene unas peculiaridades que la hacen diferente, dado que en muchas ocasiones no está remunerada, tienes que dar la talla en unas condiciones muy extremas”, ha confesado la artista.

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Begoña Martínez, 25 años, toca el piano desde pequeña y, aunque ella no ha ido por el camino de la composición, ha compartido momentos únicos con la música: “entré en el conservatorio a los ocho años y siempre, desde que tengo conciencia, me ha gustado la música por lo que el siguiente paso después de haber aprendido a tocar era el conservatorio para ser reconocida profesionalmente”.

Tuvo que abandonar su carrera musical por causa de una lesión, pero confiesa que la falta de referentes femeninos marcó bastante su desarrollo: “cuando estudiamos historia de la música, en ningún momento se menciona a mujeres como Francesca Caccini, Hildergard von Bingen, Fanny Mendelssohn, Barbara Strozzio Manianne von Martinez, la única que se menciona es a Clara Schumann, pero siempre ligada a su marido, no por méritos propios. ¿Cómo se puede tener unos referentes femeninos que realmente destacaron tanto o más que los hombres de su época, si no se estudia o no se habla de ellas?. En mi caso, haber indagado sobre mujeres importantes en la música me ayudó a seguir queriendo luchar por lo que me gusta”.

Ahora, graduada en Historia y especializada en Historia de Género de China, Begoña explica el origen histórico de algunos estereotipos de género que han perpetuado con los años:“ A la mujer, históricamente hablando, solo se le permitía tocar algunos instrumentos como el piano o el arpa; porque los consideraban más femeninos, lo cual es una chorrada. Los estigmas sociales hacen mucho daño y por supuesto la música no se libra”.

Además, cuenta que en mayor medida todo tiene que ver con la descripción histórica por excelencia que se le atribuía a la mujer; delicada, sin fuerza y con dulzura: “el arpa es un instrumento delicado y con un sonido angelical pues se le atribuye a la mujer, ya que es un ser delicado que vale para las cosas suaves y frágiles, no para las cosas rudas y pesadas”.

Roles que han continuado hasta la actualidad pues, según el estudio de AMM, en todas las orquestas sinfónicas analizadas son ellas las intérpretes de arpa. La misma opinión tiene Ángela Bullejos, intérprete de fagot en una orquesta sinfónica alemana, quién cree que la sociedad es la responsable de mantener los estereotipos entre hombres y mujeres: “Definitivamente no existen instrumentos de hombre o de mujer, pero la sociedad sí hace que haya esos prejuicios y estereotipos, al igual que ocurre con los juegos o los colores”. Aunque ve con más optimismo el horizonte: “Desde hace unos años el panorama musical está teniendo más referentes mujeres y sigue aumentando, aunque queda mucho para llegar a una equidad real, ya que por lo menos en Alemania, sé de varias orquestas donde el machismo y el racismo está presente”.

¿Cómo se puede cambiar esta situación? 

La situación ha mejorado con los años pero es verdad que aún estamos lejos de alcanzar unas cifras positivas para las mujeres.

La visibilidad de la música clásica en general ayudaría a poner de manifiesto las desigualdades entre hombres y mujeres pero, de acuerdo con Pérez Custodio, es necesario una educación que consciente en igualdad y, sobre todo, criterios que contemplen factores decisivos como puede ser la maternidad: “Necesitamos ayudas porque aún conozco a compañeras que han tenido que renunciar a ser madres por su carrera o viceversa cuando esa realidad en hombres no se da. Ellos no se ven obligados a renunciar a nada”.

Asimismo, acabar con los falsos mitos y estereotipos que vinculan ciertos instrumentos con mujeres, conseguiría que ninguna niña, adolescente o mujer tuviese temor o pudor a la hora de decidir estudiar un instrumento por ser considerado muy masculino del mismo modo que en el caso de los niños, adolescentes u hombres cuando optan por instrumentos calificados como “más femeninos”.

Como propone Bullejos, intérprete de fagot, debería sistematizarse las evaluaciones a ciegas del jurado: «Que el comité que invite a los participantes a las pruebas no tenga acceso al nombre, solo al currículum y que las pruebas se hagan con cortina«. De esta forma, se conseguiría un resultado más justo y totalmente alejado de los estigman que manejan insconcientemente el cerebro y permitirían reducir las injusticias que sufren las mujeres en la música clásica.

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