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Un INE sin dueños

  • A diferencia de lo sucedido en el Senado con el relevo a golpes de la CNDH o de la CRE, en la Cámara de Diputados hubo un proceso autónomo de selección que pone la vara muy alta para experiencias venideras

Ivonne Melgar

SemMéxico/Excélsior. 26 de julio 2020.- El mejor acuerdo político es aquel en el que cada uno de sus protagonistas cede en algún sentido y, al final, todos consideran haber ganado algo.

Y eso es lo que sucedió en la Cámara de Diputados esta semana al concluir la designación de los cuatro nuevos consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE).

Todos los involucrados celebran el saldo de un proceso que, en varios sentidos, rompió con la normalizada polarización, en un país en el que hasta el uso del cubrebocas nos divide.

Celebran los moderados de Morena porque Mario Delgado Carrillo, jefe de la bancada en San Lázaro, logró sofocar el intento de sabotaje que azuzaron los radicales cuando, ya muy tarde, se dieron cuenta que el método de selección de los candidatos era de continuidad institucional y, por lo tanto, adverso a la retórica de que la democracia mexicana nació en 2018.

Pero también ganaron, hay que decirlo, los actores que en voz de John Ackerman —el voto disidente del Comité Técnico de Evaluación (CTE)— vetaron a excelentes prospectos que descalificaron como afines a la historia electoral del pasado inmediato que pretenden borrar. Fue el caso de Javier Aparicio, a quien, de manera literal, le inventaron haber sido “cómplice del fraude de 2017 en el Estado de México”.

Y, sin embargo, también hubo éxito para los partidos de oposición, a los que el oficialismo pretende excluir de su concepto de democracia.

Porque desde el inicio del proceso, en febrero, las bancadas del Partido Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano ganaron la autonomía y la transparencia del sistema de examinación de los aspirantes, un filtro que dejaría fuera a cualquier recomendado de Palacio o de Morena que careciera de credenciales.

Tanto ganó la oposición que, en la recta final, sin meter las manos, por la vía del CTE, salió de la competencia la principal carta marcada del morenismo que buscaba una renovación militante para el INE, en la persona de Diana Talavera, hecho que desató el enojo de Ackerman frente al resto de los integrantes del CTE.

Ganó la voz autorizada de un artífice del arbitraje electoral independiente, el diputado Porfirio Muñoz Ledo, al alertar de la mentalidad golpista que entraña la pretensión de elegir consejeros a modo.

Y ganó el Consejo General que Lorenzo Córdova preside porque el INE ahora cuenta con integrantes avalados por la principal aportación de la actual legislatura de San Lázaro: “Ustedes no le pertenecen a nadie, no le deben el favor a ninguna fuerza política, porque eso no nos sirve. No necesitamos cómplices”.

Porque esa declaración del coordinador Mario Delgado no sólo fue secundada por los demás, sino que da cumplimiento a la promesa del cambio democrático y contrasta con las tentaciones de agandalle autoritario y asambleísmo de tómbola del morenismo.

Suena raro porque venimos de 20 meses de una narrativa presidencial de impugnación al INE y de satanización de los acuerdos entre políticos de diferente signo.

Pero es un hecho que la retórica oficial que sustenta sus éxitos en el sometimiento del presunto adversario, esta vez fue rebasada por la realidad que reclamaba el cumplimiento, al pie de la letra, de eso que se llama democracia constitucional y que significa pluralismo político y contrapesos en el ejercicio del poder.

Nos referimos a la ruta que el artículo 41 de la Constitución define para elegir a los integrantes del INE, una plataforma legitimada con cuatro biografías ciudadanas tan diversas como la sociedad a la que habrán de representar en la custodia del respeto al voto.

Norma de la Cruz Magaña trae consigo la experiencia de la observación electoral; Carla Humphrey Jordan promete meterle el acelerador a la fiscalización de los recursos ilegales; José Martín Fernando Faz Mora propone fortalecer la defensa de las causas democracias, y Uuc-Kib Espadas Ancona ofrece la vigilancia en serio de la compra de votos entre los más vulnerables.

De manera que, a diferencia de lo sucedido en el Senado con el relevo a golpes de la CNDH o de la Comisión Reguladora de Energía, cuyos cambios recayeron en cuadros ajenos a los requisitos de independencia y conocimiento acreditado, en la Cámara de Diputados hubo un proceso autónomo de selección que pone la vara muy alta para experiencias venideras.

Habrá quienes impugnen que al final sólo quedaron los candidatos con el visto bueno de Morena.

Y, sin embargo, vale la pena registrar que la campaña en redes contra Mario Delgado, con acusaciones de traición, proviene de grupos afines a cuadros como el de Bertha Luján, los cuales se niegan a reconocer que el triunfo de López Obrador fue gracias a su oferta de pluralidad incluyente y que el sectarismo radical no tiene futuro, como no lo tuvo Ackerman en el equipo de evaluadores de esta inédita renovación del INE.

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