Se acabaron las ideologías para convencer a la gente a sumarse a ellas.
Se trata de 200 mil millones de pesos al año que se dejarían de percibir si se da reversa al gasolinazo de Peña Nieto.
SemMéxico. Sonora. 19 de diciembre de 2018.- Durante el régimen anterior no fue posible revertir el gasolinazo –ese aumento repentino del 30% del precio de hace dos años–, pero la promesa del ya desde entonces aspirante a la presidencia del país, AMLO, de echarlo para abajo (como también tiraría la Reforma Educativa) le allegó millones de simpatizantes que contribuyeron a su triunfo del primero de Julio.
Pero tirar la reforma educativa, igual que vender el avión presidencial, o dejar de vivir en Los Pinos, o bajarse el sueldo, o cancelar el nuevo aeropuerto de la CDMX, quitarle el fuero a los funcionarios, hacer posible incluso el proceso penal en su contra, de sus amigos y familiares si se corrompen, y demás reformas que ya están en curso, no se traducen en un beneficio inmediato –ni mediato siquiera– para la población , como lo sería regresar al precio anterior de los combustibles y que, eso sí, se traduciría en un alivio para todos. Pero no lo hace porque eso sí cuesta. Y lo otro no.
Se trata de 200 mil millones de pesos al año que se dejarían de percibir si se da reversa al gasolinazo de Peña Nieto, y que el nuevo gobierno necesita para solventar otras promesas de campaña: aumentar las pensiones, las becas estudiantiles, subvencionar el trabajo a los ninis, y auxiliar a los campesinos moribundos, entre otros apoyos a los que menos tienen.
Con los dineros sucede lo mismo que con la cantidad de maldad en el mundo –y con las promesas de campaña también– que son constantes: cuando Usted en su hogar desea comprar algo nuevo, tendrá que abstenerse de otras cosas en las cuales gastaba anteriormente. Y cuando, por ejemplo, disminuye la pobreza y el desempleo, resulta que el crimen o la contaminación ambiental se incrementan. Así, y de la misma manera se sacrifican unas promesas de campaña por otras. La única manera de disrumpir todo lo anterior sería generando más riqueza, más bondad o mejores políticos.
Ayer, durante la discusión de la Ley de Ingresos Federales para el año nuevo en la Cámara de Diputados sucedió lo que ya se veía venir: el reclamo de la oposición del PAN y de lo que queda del PRI y del PRD, para que baje ¡ya! el precio de la gasolina (y el del gas doméstico que pega en más hogares pobres). Y la respuesta del hoy partido oficial, MORENA fue que no, con el siguiente argumento: porque aquellos apoyaron la reforma energética de la que devino el gasolinazo y ahora se aguantan. O sea que se trata de un pleito de partidos donde la ciudadanía es ajena. (como sea, los diputados del PAN demostraron que enarbolan una causa ciudadana y que en lo sucesivo esa será la salvación de los partidos que sucumbieron al tsunami electoral del verano pasado). Se acabaron las ideologías para convencer a la gente a sumarse a ellas: lo que sigue es que los partidos políticos abracen las causas ciudadanas para obtener sus votos y que, así, el poder quede vinculado a quien se los otorgó.
Francia estará muy lejos de nuestros asuntos, pero es nuestro más cercano ejemplo de lo anterior, independientemente de que entre más allá sucedan las cosas, más muertes o tragedias serán necesarias para que acá sean noticias y que ya lo son: la democracia gala pasó en un tris-tras de las urnas pacíficas a la calle violenta: luego de apoyar a un candidato de corte empresarial, suponiéndose los ciudadanos mismos aptos para el ejercicio, el nuevo presidente ajustó las cuentas y dio un gasolinazo, aumentó los impuestos a la clase media y niveló los salarios.
Y vino el caos. ¿Por qué?: porque los franceses han logrado con su democracia mandar sobre los políticos y no al revés. Aunque usted no lo crea allá la seguridad social incluye hasta el dentista gratis y a que el gobierno le pague aún el servicio doméstico a quien lo necesite. Y no aceptan nada menos. Y acá, ¿cómo vamos? ¿Juntos o no, contra el gasolinazo?