Trabajo infantil, una cuenta pendiente en México

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El trabajo tiene efectos devastadores sobre la salud, pueden comprometer su crecimiento normal, la exposición a sustancias químicas y a la radiación solar.

Cinthia Karina Estrada Bragado

SemMéxico. 25 de junio 2019.- Mario y Ana 6 y 12 años, hermanos, vendedores ambulantes en el centro de Coyoacán. La mirada de Mario refleja todo el amor que siente por Ana, como si estuviera dispuesto a aguantar cualquier cosa por ella, el sol, la lluvia, el trabajo.

Al percatarse de que los observan, se acerca una señora mayor, vendiendo cigarros, que anteriormente platicaba con un señor en moto, el cual nunca se va, aleja a los niños y desaparecen por un rato, no puedes platicar con ellos.

La Secretaría del Trabajo y Previsión Social integra la definición de trabajo infantil para México a partir de los indicadores de la Resolución de la Decimoctava Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo en Ginebra y nos dice que para el caso de México, el trabajo infantil se define como aquel que se da con la participación de una niña, un niño o adolescente en una actividad, remunerada o no, que realiza al margen de la ley, en muchas ocasiones en condiciones peligrosas o insalubres, o de violación a sus derechos, lo cual les puede producir efectos negativos inmediatos o futuros para su desarrollo físico, mental, psicológico o social, u obstaculizar su educación.

De acuerdo con la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), prácticamente todas las niñas, niños y adolescentes en el mundo llevan a cabo actividades de naturaleza familiar no remuneradas.

Según el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de OIT, al realizar este tipo de funciones, “los niños aprenden a asumir responsabilidades, a adquirir aptitudes y conocimientos culturales, al tiempo que ayudan a sus familias, incrementan su bienestar y en ocasiones sus ingresos. Así, los niños y adolescentes contribuyen a la economía familiar por medio de tareas en el hogar, o en cualquier otra labor ligera, generalmente alentada por los propios padres de los menores”.

¿Pero qué pasa con Ana y Mario? Hay muchos otros niños y niñas alrededor trabajando, la mayoría con sus padres se puede notar por la forma en que los protegen a pesar de estar trabajando. Lo único que Ana pudo decir fue “tengo 6, no podemos hablarte”. Al preguntarles si su mamá los regañaba Mario responde “ella no es mi madre” el tono en que lo dijo y mirar su rostro te erizaba la piel, a los 12 no puedes guardar tanto coraje.

Las autoridades de alrededor se niegan a hablar, no responden ningún tipo de pregunta, lo que te lleva a pensar que algo no está bien. Al regresar más tarde Ana ya no estaba ahí, solo Mario.

El trabajo no es en sí mismo negativo, sino que está en función de su contexto.

El trabajo infantil es un elemento que obstaculiza el desarrollo económico del país, como un círculo que no se puede romper. Si las niñas y niños no estudian, se convierten en adultos no preparados para el mercado laboral o estarán ocupando puestos poco calificados, por lo tanto, mal remunerados, y pocos llegan a pertenecer al mercado laboral formal. La mayoría están inmersos en el mercado informal o ni siquiera cuenta con un trabajo, muchos otros se encuentran cometiendo delitos para poder sobrevivir.

El trabajo infantil es una salida fácil e inmediata a la pobreza, pero es algo que a largo plazo se convierte en un factor generacional.

Omar, de 8 años, trabaja con su hermana de 15 en las calles de la Magdalena Contreras vendiendo fruta. Carga, acarrea, despacha, hace cuentas y es el niño más atento del mercado, sabe sumar, restar, multiplicar y cualquier cosa sobre las frutas que vende, pero no va a la escuela, no puede, ayuda a su madre que al parecer está dormida en alguna parte.

Después de la independencia, a pesar de la abolición de la esclavitud, el sistema económico colonial mercantilista obligaba a las familias pobres a mantener a las hijas e hijos trabajando para su sustento diario.

En el México independiente, con las Leyes de Reforma, se estableció un ordenamiento formal, contenido en el Artículo 33 del Estatuto Orgánico Provisional de 1857, modificado en 2014 en el Diario Oficial de la Federación decretando actualmente que:

La edad mínima en la que los niños están autorizados para trabajar es de 15 años quedando prohibida la utilización del trabajo de  los  menores que no hayan terminado su educación obligatoria, salvo los casos  de  excepción  que  apruebe  la  autoridad  correspondiente  en que  a  su  juicio  haya  compatibilidad entre los estudios y el trabajo.

La administración de Enrique Peña Nieto trató de erradicar este problema con el Plan Nacional de Desarrollo 2013 – 2018:

Que el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, conforme a la Meta Nacional IV «México Próspero», contempla en su objetivo 4.3 «Promover el empleo de calidad», y establece como estrategia 4.3.2 «El promover el trabajo digno o decente, a través de diversas líneas de acción, entre las que destaca la encaminada a contribuir a la erradicación del trabajo infantil».

Desde la perspectiva de la OIT, son cinco los factores que causan el trabajo infantil y que están estrechamente relacionados. Los tres primeros (pobreza, educación y normas sociales) pueden vincularse con la oferta de mano de obra infantil e inducir a los progenitores a integrar a sus hijos en sus propios negocios, parcelas o granjas, o incluso en el mercado de trabajo. Los otros dos se relacionan con la demanda de trabajo infantil, ya sea de los negocios y granjas familiares o de otros tipos de empresas.

El trabajo tiene efectos devastadores sobre la salud, pueden comprometer su crecimiento normal, la exposición a sustancias químicas y a la radiación solar los afecta con más intensidad, dado que tienen menos defensas contra las enfermedades.

Además, son más vulnerables a las agresiones físicas, sexuales y emocionales, trabajar en un ambiente donde se sienten denigrados puede causar daños psicológicos.

También puede haber problemas de rendimiento escolar y hay altos índices de deserción y reprobación.

 “La violencia se ha normalizado en nuestro país. En el caso de los niños y niñas, son los seres más indefensos, hay una réplica de patrón, si a mí me lastimaron, por qué yo no puedo lastimarte a ti, a veces se ven obligados a hacerlo, por ejemplo, por encajar. Para ellos la violencia es la forma de amarse”, comenta Miriam Romero licenciada en psicología.

Además nos dice que:  “el menor que vive en vulnerabilidad tiene mucho que ver con el contexto social donde fue criado,  los niños que han sido violentados, por ejemplo, niños no deseados, ellos sienten ese rechazo, y nosotros como sociedad aportamos al mirar y ver que están sufriendo con indiferencia,  y por ende si los niños se sienten violentados ellos aprenden a violentar es una reacción innata, o aprenden a estar sin movimiento o quedarse pasmados, por este trauma que le dejan las cicatrices de los golpes o de las palabras, el desprecio,  podemos culpar a la familia pero nosotros como sociedad también tenemos responsabilidad”.

Se debe considerar a las niñas y a los niños como sujetos plenos de derecho, el trabajo infantil priva a los menores de su infancia y son actividades perjudiciales para su desarrollo físico y emocional además de que muchas veces se pone en riesgo la dignidad y la moral del niño, están más expuestos a desnutrición, y a ser víctimas de la violencia física, sexual y psicológica, ponen en riesgo la integridad del niño.

Según el Artículo 3 del Convenio núm. 182 de la OIT, las peores formas de trabajo infantil comprenden:

a) Todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, como la venta y trata de niños, la servidumbre por deudas y la condición. De siervo, y el trabajo forzoso u obligatorio incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados.

b) La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la producción de pornografía o actuaciones pornográficas.

c) La utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la realización de actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, tal como se definen en los tratados internacionales pertinentes.

d) El trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños.

En el mundo, niñas y niños son utilizados por personas adultas para el sexo o en imágenes (pornografía) o actuaciones sexuales. Se pueden comprar o vender para destinarlos al matrimonio, a la prostitución o a la esclavitud tanto en los países en desarrollo como industrializados.

También se secuestra y trafica con infantes, niñas y niños que se venden para ejercer la prostitución en países extranjeros. Se trafica con ellos por muchas razones, incluso el trabajo forzoso, y el reclutamiento de niños soldados y mendigos.

El trabajo infantil constituye un fenómeno de alcance mundial al que ningún país ni región es inmune, por lo que es necesario fortalecer las instituciones para identificar y atender los factores sociales de riesgo que lo propician, entre los que destacan la falta de acceso a servicios básicos; la carencia de vivienda digna y situación de calle; la desintegración familiar; la educación nula o deficiente y la deserción escolar; las adicciones y la falta de espacios públicos seguros, así como para proteger y garantizar los derechos inherentes a los trabajadores adolescentes

Es necesario que las familias tengan acceso a recursos para que no tengan la necesidad de exponer a los menores, se tiene que empezar por educar a los padres, la base de todo es la educación, para que pueda existir una transformación real en cuanto a la forma de pensamiento,  así estos podrían apoyar la educación de sus hijos, la educación incluye la erradicación de problemas como la deserción escolar, los robos de menores, el abandono del hogar y de los padres hacia sus hijos.

La jefa del departamento de derechos humanos en la Delegación Magdalena Contreras nos dice que, a falta de políticas públicas de atención a la infancia y la adolescencia, incrementan su vulnerabilidad.

 “No hay como tal un protocolo en el caso de los niños en situación de explotación laboral, pero existe un Programa de Derechos Humanos de la Ciudad de México, donde viene una serie de estrategias que cada delegación debe seguir de acuerdo a la gravedad de la situación de personas indigentes, se renueva cada seis años y podemos encontrar un apartado dedicado a los niños. Nosotros en conjunto con otras instituciones tenemos la labor de diseñar políticas, creación de instrumentos, diseñar estrategias para desarrollar campañas, elaborar organizaciones de ayuda, entre otras cosas para el mejoramiento de cada delegación, lamentablemente muy poco se lleva a cabo e incluso desconocemos si hay algún tipo de presupuesto, quien lo recibe y si es así, cual es.”.

El trabajo infantil debe considerarse un problema social de interés general por eso es necesaria la implementación de políticas públicas

Al respecto Mauricio Merino maestro, investigador y doctor en Ciencia Política declara que visualizar el trabajo infantil como problema público requiere precisar, en primer término, que cuando se habla de problema no nos referimos “a una dificultad circunstancial que deba ser enfrentada sobre la marcha porque de no hacerlo, habría consecuencias legales […] lo que exige la hechura de una política pública es, más bien, una definición puntual de propósito de más largo aliento”.

Las políticas públicas por su parte constituyen actividades, decisiones o medidas tomadas por el Estado con la finalidad de resolver asuntos de interés nacional, que alcanzan el rango de problemas públicos, como en el caso del trabajo infantil. Problema que exige una política de Estado integral, proactiva e incluyente, que garantice a la población infantil el ejercicio pleno de sus derechos.

En nuestro país, el Gobierno de la República, establece por primera vez una política nacional para dar cumplimiento a la normatividad internacional y a lo estipulado en los artículos 1o. y 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 1o. y 7o. de la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, los cuales precisan que en las decisiones y actuaciones del Estado deben prevalecer en todo momento la garantía de los derechos humanos y el interés superior de la niñez.

En este marco, se establece como uno de los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, en la Meta Nacional “México Próspero”: “Promover el empleo de calidad”; y como una de las estrategias, promover el trabajo digno o decente a través de diversas líneas de acción, entre ellas la encaminada a “contribuir a la erradicación del trabajo infantil”

Así como Ana y Mario hay muchos niños y niñas trabajando en las calles, soportando agresiones verbales y muchas veces físicas, incluso a veces de las propias autoridades, mismas que lejos de ayudar se convierten en un problema más en sus vidas.

 “Nos han quitado algunas pertenencias, cosas que vendemos, o cobijas que a veces tenemos porque vendemos de noche, que porque no podemos estar en ese lugar o cosas así nos dicen” cuenta Mario.

O niños como Omar que tan solo con 8 años han tenido que dejar la escuela para ayudar a sus padres, que los dejan solos en las calles sin darse cuenta de que están expuestos al peligro, sin saber con qué clase de personas se relacionan, que han tenido que pasar calores insoportables, fríos, e incluso hambre porque a su madre tal vez se les olvidó darles de comer o simplemente el dinero no alcanza.

 “Sí, ya tengo hambre, pero metemos el puesto a las seis, y hasta esa hora comemos, a veces esperamos a mi papá, a veces no llega. Sí ha llegado gente grosera, pero ni quien les haga caso ya estamos acostumbrados”.

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