“Un amor que se atrevió a decir su nombre”, libro académico sobre el movimiento lesbico

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  • Norma Mogrovejo, su autora, recopila lo investigado en siete países de América Latina
  • “Amazon estaba vendiendo mi libro a más de mil dólares, yo tenía que hacer algo para hacérselo llegar a la banda a un precio accesible”

Martha Canseco

Pachuca, Hgo. a 4 de octubre de 2021.- Con motivo de la reedición de su libro “Un amor que se atrevió a decir su nombre, la lucha de las lesbianas y su relación con los movimientos homosexuales y feministas de América Latina”, la investigadora peruana-mexicana Norma Mogrovejo, habló con SemMéxico.

¿Por qué era necesario reeditar este libro?

Hay mucha demanda del libro sobre todo en el ámbito académico, este es el primer libro académico que trata el tema del movimiento lésbico en América Latina, lo he investigado en siete países, México, Nicaragua, Chile, Perú, Costa Rica, Argentina y Brasil.

Es la historia de la incursión de las mujeres lesbianas en la política, no muy afortunada en un inicio, por el heterocentrismo del movimiento feminista por un lado y por el otro, la misoginia del movimiento homosexual. Entonces surge como un movimiento autónomo, esta es su principal característica.

A pesar de que al inicio el movimiento feminista las rechazó, sus aportes al mismo han sido históricos porque el lesbofeminismo desentrañó como este sistema sexo-género obliga a la heterosexualidad y como este mismo sistema heterosexual sostiene no sólo al capitalismo neoliberal sino también al racismo, al clasismo. Y es muy importante entender a este sistema heterosexual como un régimen político, como una obligatoriedad civilizatoria, que se le impone a todas las personas sin posibilidad de elegir. Entonces la vida está sobre determinada y no hay posibilidad del ejercicio de la libertad.

Pero ha sido muy interesante y rica la relación entre el heterofeminismo y el lesbofeminismo, en principio por curiosidad discursiva y luego porque las heterofeministas bajaron un poco sus prejuicios y sus inhibiciones. Muchas entendieron y asumieron que la sexualidad es una construcción cultural que no tiene ninguna biología ni naturalización, dieron el paso y se sumaron al lesbofeminismo a pesar de tener una historia heterosexual.

Había además que reeditar el libro porque es una historia viva que ha dado cuenta de muchas corrientes, de muchas perspectivas ideológicas, teóricas y políticas. Algunas muy ligadas con el estado-nación colonial, solicitando derechos, al matrimonio, a la convivencia, al seguro social y otra corriente que se ha mantenido en la autonomía y desde una perspectiva separatista, de organizarse únicamente entre lesbianas. Esto debido a que el movimiento Queer modificó un poco las perspectivas teórico-políticas del propio movimiento feminista, esto generó rupturas con esta corriente que se mantuvo absolutamente coherente con su planteamiento original de que las lesbianas tenían que reunirse solo con lesbianas, aún así han tendido puentes contra el sistema capitalista neoliberal.

Por otra parte, el libro se agotó rápidamente, había una enorme demanda, sobre todo del ámbito académico, las y los estudiantes de maestrías y doctorados de estudios de género lo demandaban y es paradójico porque estas maestrías, estos doctorados nunca han integrado un curso, una materia sobre teoría lésbica a pesar de que las lesbianas han aportado tanto, pero eso sí de teoría queer ya hay.

Luego me enteré que Amazon estaba vendiendo el libro usado en más de mil dólares y dije no es posible que el sistema capitalista neoliberal se siga sirviendo y aprovechando incluso de los actos de resistencia.

Es entonces que me reúno con Mariana Pérez Ocaña de editorial Lesbos y ahí acordamos que los costos fueran de lo más accesibles para la banda.

¿Qué diferencias ves en el movimiento lésbico de finales de los noventas con el de ahora?

Mira, en los noventas había un movimiento muy institucional producto de otros movimientos sociales, de las conferencias internacionales como Beijing, donde los estados se comprometieron a trabajar por la igualdad de las mujeres a través de institutos, organismos, con la promulgación de leyes y ahí se fue una buena parte del movimiento lésbico.

Sin embargo, todo se vio limitado por la burocracia y la corrupción. Además, el estado por sí mismo es una institución patriarcal que tiende a buscar la obediencia de la ciudadanía a través del ejercicio de la violencia porque tiene el ejercicio legítimo de la violencia y eso no dio ninguna oportunidad de cambio verdadero en la vida de las mujeres, lesbianas incluidas.

Entonces ciertas corrientes del movimiento lésbico, del movimiento LGBTTTIQ+ que surgían en esos años se incorporaron a los valores del estado-nación colonial a través del modelo de heterosexualidad y vieron en el matrimonio, en la maternidad, o la adopción instituciones garantes de sus derechos, por desgracia no resulto así, fue una falacia, una mentira. Desvirtuaron así la certeza de que somos sujetos de derechos por el hecho de nacer, que no necesitamos adherirnos a ninguna institución para ejercerlos, pero que sí hay que luchar por ellos.

Al mismo tiempo, el mercado abrió un mercado rosa donde pudieran consumir, y entonces el ejercicio de los derechos dependió del poder adquisitivo. Cuanta más capacidad adquisitiva tengas para ir al mercado rosa se te reconocerán más derechos y si no, pues eres una tortillera, una machorra marginal y no serás ciudadana, la ciudadanía la marca el mercado.

Al mismo tiempo está esta otra rama del movimiento lésbico autónomo e independiente que ha hecho encuentros lésbicos, el último ha sido en 2014 en Colombia.

Sin embargo, ha sido muy difícil en términos económicos y también porque el movimiento feminista impulsó mucho el ingreso de las trans y pues este también es un intento por desaparecer al movimiento lésbico de los espacios. Y toda esa tendencia queer también ha aportado a la desaparición de la perspectiva lésbica y resulta que la perspectiva lésbica es absolutamente radical y cuestionadora de un régimen político heteronormativo que es en el que se basan las instituciones del estado y por eso resulta incómodo, muy incómodo.

¿Cómo ves a esta cuarta ola del feminismo, donde las lesbianas están teniendo un papel fundamental?

Yo tengo mucha esperanza porque lo que denominamos la cuarta ola está conformada por jóvenes estudiantes que han podido poner el tema de la violencia como prioritario en la lucha, y que han sido capaces de cerrar las universidades y poner en jaque a estos espacios bastante feudales en su organización, que tiene a un rey arriba que es el rector y todas sus estructuras están basadas en pactos masculinos patriarcales donde todos los hombres se sientes acuerpados por esta tendencia patriarcal machista que no ha cambiado.

Lo que sí esta cambiando es el discurso de las estudiantes que están presionando y orillando a que cambios reales se lleven a cabo. Están denunciando la violencia de la que son objeto por parte de los maestros y de sus propios compañeros varones. Llaman la atención estas nuevas formas de organización que han desarrollado en asambleas a través de las redes sociales, las redes sociales han sido fundamentales en esta cuarta ola.

Y ahí en esas asambleas han podido discutir el tema del ejercicio del poder, la sexualidad porque ¿es parte de su lucha no?, el tema del acoso sexual. Yo creo que las jóvenes tanto heterosexuales como lesbianas, han sabido enfrentar los diversos prejuicios y valoraciones morales que pesaron en su tiempo sobre nuestras generaciones y que ellas han podido desde la experiencia misma relajar todos esos mandatos sociales y en consecuencia poder relacionarse sexo-afectivamente entre ellas, independientemente de la necesidad de posicionarse en una identidad específica, entonces yo creo que han asumido el tema de las identidades móviles o sexualidades móviles de una manera muy natural.

En nuestra época si tenías una relación sexo-afectiva con una mujer eso te cuestionaba la identidad y tenías que posicionarte sí o sí o dejar de relacionarte con mujeres si querías mantenerte en la obediencia heterosexual o asumirte en la resistencia lésbica con todos los riesgos y castigos que esto implicaba y eso parece que ya no es un tema de discusión. No obstante, no significa que hayan desaparecido las lesbianas que siguen posicionándose en términos políticos. Planteando que el lesbianismo no es una práctica sexual sino una posición política que combate a un sistema heterosexual obligatorio.

¿Norma, qué les dirías a las jóvenes lesbofeministas?

Que la matriz de dominación sigue siendo la misma de cuando nosotras estábamos activando, que hay una interseccionalidad de opresiones, que la sexualidad es una, la raza, la clase, la etnia, el género, la edad, la discapacidad son otras. Y que es importante hacer esta lectura para tener en cuenta en nuestras acciones políticas.

Es cierto, las acciones que ellas están llevando a cabo son bastante didácticas para nosotras ¿no?, nuevas acciones que ellas hacen que nosotras nunca nos atrevimos a hacer, como todos estos escraches, las pintas de paredes y demás que me parecen maravillosos, y bueno, también hay cosas que nosotras hemos recuperado del pasado, que también para ellas es un marco formativo que tienen a su disposición.

Pero también les diría que la edad sigue siendo un ámbito de opresión y de discriminación ¿no? Ellas por jóvenes, nosotras por adultas y que los prejuicios de ambas siguen siendo parte de esa matriz de dominación y de opresión. Y que probablemente ellas nos sigan viendo a nosotras con el prejuicio de la edad porque somos mayores y eso les crea un prurito de acercarse a nosotras y que nosotras también tenemos ese prurito de acercarnos a ellas porque también tenemos el prejuicio de la edad, ¡Ojalá lo podamos librar!

Solo es que desde distintas trincheras ellas y nosotras seguimos trabajando para el cambio y la transformación de la sociedad ¿no?

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