El enigmático caso de las escritoras ausentes

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Si en general la obra literaria boliviana es desconocida y poco fomentada, la obra de mujeres es prácticamente inexistente como consecuencia de una sociedad machista.

Como si fuera un país sin mujeres, no aparecen las autoras bolivianas

Drina Ergueta

SemMéxico. La Paz-Bolivia. 15 de mayo de 2018.- Advierto que este texto no es apto para personas sensibles, en el trayecto relato hechos muy delicados y comprometidos, ocultamientos constantes, una lamentable reciente pérdida y finalmente, con optimismo, una señal de esperanza de tiempos nuevos.
En el exterior suelen preguntar por autorías literarias, y en general artísticas, bolivianas de renombre. Llama la atención que Bolivia no tenga algún Gabriel García Márquez, una Gabriela Mistral, un Jorge Luis Borges, un Mario Vargas Llosa, una Alfonsina Storni… No es que falten obras e intelecto, esta ausencia de visibilidad tiene muchas razones en un país pequeño (como mercado), históricamente con una economía pobre y sin política alguna de fomento artístico.
Pero, además, si en general la obra literaria boliviana es desconocida y poco fomentada, la obra de mujeres es prácticamente inexistente como consecuencia de una sociedad machista.
Sólo en 2011 el Ministerio de Culturas impulsó la selección de lo que se llamó las “15 novelas fundamentales” de Bolivia y las reeditaron con la participación de varias editoriales. Todas estas obras corresponden a autores varones, salvo “Íntimas” de Adela Zamudio, publicada en 1913.
¿Que en todo el Siglo XX no hubo más mujeres? Pues parece que no, así lo creen otros listados de obras literarias. Por ejemplo, el historiador y ex presidente boliviano Carlos Mesa Gisbert en 1983 llevó a cabo una encuesta entre la intelectualidad boliviana sobre la que posteriormente, en 2004, Plural Editores publicó el título “Las 10 mejores novelas de la literatura boliviana”. En su portada están los nombres y fotografías de los autores, todos hombres. Como si fuera un país sin mujeres. 
Entre las personas que respondieron esa encuesta estaba la escritora Blanca Wiethüchter que curiosamente propuso una lista exclusivamente masculina. Wiethüchter es el otro único nombre que aparece en otros listados con su obra de poesía “Asistir el tiempo”.
¿No hay más? En la popular aunque poco rigurosa Wikipedia hay un listado de escritoras (27) y poetisas (15) bolivianas, que, con todo, es urgente nombrar: Sonia Alconini, Lindaura Anzoátegui, Violeta Ayala, Ximena Bedregal, Yolanda Bedregal, Mercedes Belzu, Lupe Cajías, Alcira Cardona, Matilde Casazola, Liliana Colanzi, Virginia Estensoro, Elsa Dorado, Elvira Espejo, Hercilia Fernández, Julia Elena Fortún, Aida Gainsborg, Asunta Limpias, Verónica Linares, María Josefa Mujia, Hilda Mundy, Verónica Ormachea, Natalia Palacios, Silvia Rivera, Giovanna Rivero, Ana María Romero, Elizabeth Salguero, Modesta Sanjinés, Sara Ugarte, Ana Rosa Tornero, Camila Urioste, Julia Urquidi, Etelvina Villanueva, Blanca Wiethüchter, Adela Zamudio y Norah Zapata.
Evidentemente allí no están todas, falta, por ejemplo, Magela Baudoin uno de los nombres femeninos más frescos de la literatura boliviana y con proyección internacional: Premio Nacional de Novela “Alfaguara” de Bolivia 2014 y Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez 2015.
Baudoin en 2017 abrió una librería café en la ciudad de Santa Cruz para fomentar la literatura. Un bonito proyecto que murió al cabo de 10 meses, obligado a cerrar. Bolivia es un país que lee poco y Santa Cruz, con más de un millón de habitantes, se quedó con dos librerías. 
Pese a ello, Baudoin y la también escritora Giovanna Rivero han creado hace casi un año un sello editorial llamado Mantis, ligado a Plural Editores, destinado a impulsar obras de mujeres bolivianas y latinoamericanas. En 2017 publicaron a Fernanda Trías, uruguaya, y a Piedad Bonnett, colombiana. 
Para principios de junio, en conmemoración de los 200 años del terrorífico Frankenstein de Mary Shelley, anuncian “Carne de mi carne”, una antología en la que participan desde Latinoamérica 12 escritoras y un varón y que desde la joven editorial les presentan así: “Cada una desarrolla una parte de ese cuerpo atormentado: Margo Glantz (la voz), María Fernanda Ampuero (los genitales), Betina González (la columna vertebral), Daniela Tarazona (el ojo izquierdo), Lena Yau (el hígado), Fabiola Morales (el talón), Fernanda García Lao (el corazón), Claudia Hernández (el oído), Katya Adaui (la mano), Rosario Barahona (el hemisferio cerebral derecho), María José Navia (el intestino grueso)… Giuseppe Caputo que le creara un estómago. Completa este escenario de aguas oscuras y mares congelados María Negroni, con un ensayo”. 
También este año piensan publicar a una escritora boliviana, de la que sólo dicen que es “joven e inédita”. Luces, maravillosas luces frente al oscurantismo en el que se ha mantenido a la mujer a lo largo de la historia.

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