Fidel protagonizó el poder real

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Fidel protagonizó el poder real

Fidel protagonizó el poder real

Gloria Analco

SemMéxico, Cd. de México, 28 noviembre 2016.- Murió Fidel Castro, un líder político mundial que salió invicto del poder tras enfrentar por más de medio siglo al país más poderoso de la Tierra y quien tuvo la osadía de vivir 90 años después de 634 atentados contra su vida.
El personaje histórico le hizo ver su suerte al imperio estadounidense que no pudo derribarlo del poder y que no cesó nunca en su empeño de aniquilar la existencia de la Revolución cubana mientras él vivió.
Fidel tuvo los reflectores del mundo encima de él, como ningún otro líder político, desde que el periodista Hebert Matthews, del New York Times, dio a conocer, en 1957, la existencia de una guerrilla en Cuba encabezada por él.
Matthews contestó a Fulgencio Batista -quien en sus memorias dijo que Fidel jamás hubiera sido un personaje de leyenda sin ese “gran palo periodístico”- que “ninguna publicidad, por más sensacional que fuese, habría podido tener efecto si Fidel Castro no fuera precisamente el hombre que yo describí”.
En efecto, con el tiempo, Fidel demostraría tener las cualidades y dones necesarios para hacer sobrevivir a la Revolución Cubana frente a los poderosos embates de la potencia número uno del mundo, que se encontraba a tan sólo 90 millas de distancia de la isla.
No ha habido líder político en el mundo que haya tenido más dificultades para aplicar su programa de gobierno que Fidel Castro, aún con el consenso general de la población, por la persistente obsesión estadounidense de desaparecer su régimen de la faz de la Tierra.
Fue imposible pensar en Castro y no ubicarlo en el contexto de una emboscada que siempre trataron de tenderle sus enemigos.
Pero Fidel sobrevivió a todos los intentos por deponerlo del poder, a la penetración de la “guerra sucia” por parte de la Agencia Central de Inteligencia, al embargo económico como medida de desgaste del proyecto revolucionario, a una gran cantidad de conspiraciones, a invasiones armadas y a multitud de intentos de asesinato.
Fidel se convirtió en vida en una leyenda y ganó muchos adeptos a su causa en el mundo, a pesar de que la prensa y los centros de poder ideológicos derechistas promovieron campañas destinadas a ofrecer a la opinión pública mundial una desvirtuada imagen de su régimen.
Está ampliamente difundido que Cuba ha sido víctima del terrorismo promovido desde Estados Unidos, a través de las organizaciones contrarrevolucionarias de cubanos en el exilio, lo cual ha costado muchas vidas humanas, pero siempre pretendieron endilgarle esos muertos a su régimen.
Fidel Castro murió a los 90 años de edad, a las 10:29 horas de la noche del viernes 25 de noviembre, habiendo tenido una vida política pletórica de acontecimientos históricos, como ningún otro líder político en la historia.
Su grandeza histórica fue consustancial a los episodios que protagonizó y a los enemigos que tuvo que enfrentar.
Fidel se desenvolvió en la política pudiendo establecer vínculos con otros líderes de su misma estatura como Mao Tse Tung, Ho Chi Minh, John F. Kennedy, Nikita Jruschev, Joseph Broz Tito, Olof Palme, y otros que influyeron en el acontecer de los tiempos, como tal fue su caso.
La Revolución de Fidel Castro dio un vuelco total a la estructura política y económica de Cuba, con un liderazgo afortunado que siempre le acompañó y que le hizo ganarse el mito de invencibilidad por salir airoso en su enfrentamiento con la potencia más poderosa del mundo, lo cual siguió constituyendo una de las garantías de la sobrevivencia del proceso revolucionario.
Bajo su mando surgió entonces la posibilidad de fundar un Estado bajo unas nuevas reglas que lograron poner fin a lacras sociales como la discriminación racial o por sexo, la mendicidad, el analfabetismo, el uso de la droga, el juego y la corrupción administrativa, y que garantizó a la población la medicina gratuita, el desarrollo del deporte, la enseñanza pública de primer nivel, la justicia laboral y los programas de bienestar social.
El consignismo como Socialismo o Muerte y Resistir, Luchar y Vencer, que su régimen enarboló, fue el resultado de una implacable persecución de sus enemigos para evitar por todos los medios que el ejemplo de la Revolución cundiera en América Latina y el Caribe, considerados el traspatio de los Estados Unidos.
Fidel, por su grandeza y características personales, consiguió que la Revolución Cubana siempre estuviera advertida, armada y organizada frente a todos los peligros que la acechaban.
Episodios como Bahía de Cochinos o “la invasión a Playa Girón”, como más se le conoce, la Crisis de los Cohetes y otros hechos de tales características, así como las propias declaraciones agresivas del gobierno de Washington siempre justificaron que Cuba evitara el lujo de estar desprevenida, y Fidel tuvo la capacidad necesaria para salir airoso de todos los peligros que acecharon a la Revolución.
Cuando se desplomó la Unión Soviética, sus críticos consideraban a Cuba -que redobló su sistema de defensa y decidió seguir por la senda del socialismo- como un país “obstinado”, gobernado por una dirección “inflexible”, y a Fidel Castro como un marxista ortodoxo a “ultranza”, circunstancias que provocan el “aislamiento internacional” y el “despilfarro en gastos de defensa” cuando “la seguridad nacional ha dejado de estar amenazada”.
La realidad fue que con la desaparición de la Unión Soviética se produjo un inusitado recrudecimiento de la hostilidad estadounidense, lo cual se concretó en la aprobación de la Ley Torricelli, en 1992, y dos años más tarde la Helms-Burton que fortaleció el embargo económico y las políticas de bloqueo en contra de Cuba.
Pero eso no fue todo: también en la década de los noventa –era de Bill Clinton-, Estados Unidos empleó todo tipo de operativos paramilitares para subvertir el orden interno en Cuba y acelerar su caída, convencido de que esa ofensiva estratégico-militar iba a funcionarle, conjuntamente con otras que ya estaban en operación en ese entonces.
Un informe de la Seguridad del Estado cubano revelaba que en 1992, último año del gobierno de George Bush padre, la Fundación Nacional Cubano-americana (FNCA) organizó una estructura clandestina, de corte terrorista, denominada “Comisión de Seguridad”, para reeditar las viejas tácticas utilizadas por la CIA con el objeto de sembrar el caos y desestabilizar internamente a la isla.
El mundo había cambiado con la caída del Muro de Berlín y posteriormente del bloque socialista europeo, pero para Cuba el hostigamiento a su Revolución continuó.
Un integrante de dicha Comisión reveló, años después, que él contaba con embarcaciones, pequeños aviones teledirigidos y abundante material explosivo para realizar tareas terroristas dentro de Cuba.
Ese grupo, que adoptaría en 1993 el nombre de “Frente Nacional Cubano”, ya con Bill Clinton en la Casa Blanca, se extendió hasta Centroamérica, donde recibió importantes apoyos financieros y consiguió reclutar mercenarios en algunos países de esa área.
El grupo paramilitar empezó a trabajar de manera semejante a la agrupación terrorista que dirigía Orlando Bosch, la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), creada en 1976 cuando George Bush era jefe de la CIA.
La CORU había tratado de integrar a todos los grupos terroristas anticubanos para elevar su eficiencia, pero aparentando que esos actos se realizaban y planeaban fuera del territorio de Estados Unidos.
Otros grupos, como Comandos L, Ejército Libertador Cubano y Ejército Armado Secreto, actuaron también entre los años 1990 y 1993, con el objetivo de realizar operaciones subversivas y otros actos de violencia.
Esas organizaciones realizaron tres incursiones armadas en las costas de La Habana, Matanzas y Santi Spíritus, y sus integrantes fueron detenidos y juzgados, luego de realizar ataques contra instalaciones turísticas en Varadero y a un buque petrolero de cabotaje que realizaba operaciones entre puertos cubanos con sus consiguientes muertos.
A esos detenidos, y otros pertenecientes a grupos que trabajan al servicio de Estados Unidos, se les ha llamado en el exterior “presos políticos”.
A finales de 1993, el grupo paramilitar de la FNCA reclutó a un guatemalteco para realizar actos dentro de Cuba, quien fue entrenado y abastecido de explosivos en Centroamérica por Luis Posada Carriles y Gazpar Jiménez Escobedo.
Esta información, como las otras, está más que corroborada porque ese guatemalteco resultó ser el agente Fraile, un integrante de los órganos de la Seguridad del Estado cubano.
Todo esto viene a colación porque fue el ambiente que caracterizó la vida política de Fidel Castro, un gobernante que por estar sometido a un permanente hostigamiento se convirtió en un eterno guerrillero, aun cuando ostentaba el cargo de Presidente de Cuba
Estados Unidos nunca le reconoció ese rango y propició en su propaganda que fuera considerado como un dictador, no lo que en realidad fue: un eterno combatiente destinado a cumplir con una misión histórica, para lo cual fue dotado con creces como un gran estratega militar, un maestro de la conspiración, un discurso de muy alto nivel, y, a diferencia del resto de los líderes políticos, tuvo la sabiduría de gobernar sin una Primera Dama.
El objetivo de realizar incursiones terroristas en zonas turísticas era desalentar a los turistas de viajar a Cuba y afectar la entrada de divisas por esa vía.
Todas las acciones que ejecutó Estados Unidos en contra la Revolución Cubana mientras Fidel estuvo vivo, estuvieron en enfocadas en perjudicar la economía del Gobierno revolucionario para que Fidel Castro no pudiera afirmar que el socialismo era viable económicamente, y por ello redobló el embargo e hizo perder a la economía de Cuba millonarias cifras.
A la par que el Gobierno de Cuba denunciaba, en 2014, el “recrudecimiento sistemático” del embargo económico que Estados Unidos aplicaba a la isla en un “acto genocida y vil”, dio a conocer que a precios corrientes el embargo había supuesto para la isla pérdidas económicas, desde 1962 hasta esa fecha, 116 mil 880 millones de dólares, sin considerar la depreciación del dólar en todo ese tiempo.
Fidel Castro ha muerto, sus enemigos lo celebran y sus seguidores lo lloran, mientras el imperio estadounidense se dispone a cobrar venganza por el gran desafío que significó el revolucionario cubano para ese país y que nunca lograron resolver.
Ahora, Estados Unidos intentará dejar constancia de lo que dijo Fidel en 1994: “Estados Unidos no quiere perdonar los treinta y cinco años de resistencia que ha protagonizado el pueblo cubano; no quieren que eso quede ni en el recuerdo y tratarán de tomar cumplida venganza de nuestra Revolución”.
Fidel siempre fue profético, su mirada era visionaria, y con base en su visión futurista preparó las condiciones, antes de su partida, para que los revolucionarios cubanos pudieran sobrevivir a todos los avatares que se les iban a presentar en su ausencia.
¿La herencia de Fidel Castro ha sido suficientemente poderosa para que la Revolución siga en pie? No está lejano el día en que sea contestada esa interrogante.

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