Las Bolivias y su pobreza desde la sobremesa

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Textura Violeta

La reducida población que puede considerarse rica está en un nivel superior y los 15 mil bolivianos les son notoriamente insuficientes.

Drina Ergueta

SemMéxico, 5 abril 2017.- Hace unos meses, en una conversación de sobremesa, alguien que se considera de clase media decía que en Bolivia para garantizar una vida mínimamente cómoda, asumir los gastos de una familia y la educación de las criaturas era necesario al menos un sueldo de dos mil dólares. Es decir, cerca de 15 mil bolivianos frente a los menos de 400 bolivianos con los que vive el 54 por ciento de la población. 
Es que pese al llamado proceso de cambio del actual gobierno y las difundidas e importantes mejoras en índices de pobreza de los últimos 15 años, aún hay varias Bolivias: una que vive en las mejores zonas, va a lugares determinados, compra en ciertos sitios y se educa en colegios concretos; otra, cuyo presupuesto pega un salto hacia abajo y con dos mil o tres mil 500 bolivianos mensuales vive, frecuenta y se abastece en otros lugares y de otra manera. 
Ambos grupos se consideran a sí mismos de clase media, porque inclusive quienes viven en la zona acomodada pueden tener problemas para llegar a ese su mínimo de ingresos. La reducida población que puede considerarse rica está en un nivel superior y los 15 mil bolivianos les son notoriamente insuficientes.
En otro salto hacia abajo y bien al fondo está ese masivo grupo mayoritario que vive en pobreza (38% de la población y un ingreso de que no supera los 400 bolivianos) y en la extrema pobreza (16% con 220 bolivianos), que se encuentra en los márgenes de las ciudades y el campo, que suele hacer incursiones a zonas urbanas residenciales y sólo son visibles a la hora de cuidar coches, lustrar zapatos, vender dulces o recibir limosna. 
En las últimas semanas, en la sobremesa y en los medios se ha hablado bastante de pobreza en Bolivia a raíz de la mediatizada muerte de una niña por desnutrición severa. Hay quienes aprovecharon para criticar al gobierno y sus supuestas políticas sociales y quienes las pusieron en valor recordando un pasado que en índices estadísticos era peor.
Se trata de un tema muy complejo y por ello ha sido abordado desde diversos ángulos, se han mostrado cifras y también ejemplos de casos concretos, con historias de vida.
Desde mi lugar cómodo, es cierto, me sumo a esta sobremesa para recordar que en todos los niveles sociales hay mujeres y que ellas, en todos y mayoritariamente, están en peor situación que los varones. Que la pobreza sobretodo tiene cara de mujer, especialmente de madre con criaturas, de niña y de anciana.
Las mujeres tienen un 30% más de desempleo que los hombres, a lo largo de la vida ganan un 20% menos que los varones por un mismo trabajo y se dedican fundamentalmente a labores domésticas e informales, además de que sufren las variadas violencias machistas. 
Las políticas públicas deben tomar en cuenta el género como parte vital de una lucha compleja y de largo aliento contra la pobreza. Hay algunas medidas básicas que concatenadas pueden mejorar la vida de las mujeres y, por su peso en la familia, tiene incidencia en la sociedad.
Es necesario garantizar la educación de las mujeres, también en la formación técnica o universitaria donde hay mayor deserción que con los varones. Aquí el derecho al aborto despenalizado y libre hasta las ocho semanas de gestación es un punto vital porque la maternidad no deseada y/o prematura actualmente les afecta directamente en esta etapa y a lo largo de la vida. 
Tanto en el sector público como en el privado, en zonas rurales como urbanas, es necesaria la eliminación de las diferencias de ingresos (brecha) entre hombres y mujeres, así como buscar una equidad de género en todos rubros y sectores de la economía, en todos sus niveles. Los hombres deben también hacerse cargo de los cuidados del hogar y sus integrantes.
Así como hay quien mira para otro lado para no ver a ese 54 por ciento paupérrimo, desde el Estado no se puede dejar de ver al género cuando se busca atender y resolver la pobreza, pues las mujeres son las más pobres.


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