Sobre la dimensión de los escotes

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Textura Violeta

La ropa es la respuesta a las propias identificaciones o adscripciones a valores, categorías e ideologías sociales

Drina Ergueta

SEMMéxico, 25 julio 2017.- Escotes y minifaldas son bastante habituales en oficinas del sector público y del privado, por ello es imposible no reflexionar sobre el desafortunado instructivo del Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia, emitido y anulado hace una semana, que regulaba la forma de vestir de las personas que trabajan en sus dependencias y que desde distintos sectores fue calificado, entre otros, de ridículo, machista, patriarcal y discriminador. 

Me imagino que con ese instructivo el ya presidente de Bolivia, Evo Morales, no podría haberse presentado con su chompa (jersey) a rayas ante el entonces rey Juan Carlos I en España, como lo hizo en 2006 y por lo que fue duramente criticado. 

La ropa, nuestra segunda piel, es evidente que hace más que protegernos ante las inclemencias del tiempo. Las personas tienden a creer que su vestimenta es resultado de sus gustos, preferencias y posibilidades cuando en realidad es la respuesta a las propias identificaciones o adscripciones a valores, categorías e ideologías sociales.

La vestimenta, entre otras características, nos da identidad y nos define socialmente. Tal como vestimos se nos clasifica. Se nos coloca en un lugar dentro de una estructura, de la que formamos parte y a la que a la vez alimentamos y sustentamos.

Hay quien se revela a esa estructura y con su vestido lo demuestra, tiende a romper con lo normado, se viste justamente como no se debería según la convención social, como el mismo Morales ante el rey de España. Por ello su chompa resultó un éxito de ventas al convertirse en un símbolo y hoy es parte de elementos en exposición del Museo de la Revolución Democrática y Cultural de Orinoca en Bolivia.

También hay quien quiere que se le considere parte de un grupo que le margina y la manera que encuentra de creer ser de ese colectivo es imitar a sus integrantes con vestimenta de la misma marca, de similar diseño.

En varios países del África negra, al sur del Sahara, hay un fenómeno que ha llamado la atención de investigadores sociales y es el valor que se le da a la ropa usada originaria de países llamados occidentales. Es conocida una frase que un hombre africano le dijo a un europeo cuando este le preguntó por qué con ese clima iba vestido con traje, fue más o menos así: Usted, sea la ropa que tenga, no dejará de ser blanco, yo quiero que se me valore algo más que por ser negro. 

La vestimenta lleva cosida todas las valoraciones sociales de clase, de raza, de educación, de religión y, por supuesto, las de género. El efímero instructivo del TCP boliviano, que no duró 24 horas en ser retirado, era, además de clasista y racista, muy machista ya que centraba su atención en la ropa de las mujeres, que no debía consistir en falda muy corta ni tener escotes pronunciados.

Por la vestimenta a las mujeres se las clasifica desde las mismas categorías de clase, de distinción o de raza que a los hombres; pero a ellas se le suma y con gran peso una clasificación de contenido sexual y moral de carácter machista, patriarcal y religioso. Todo esto coloca a los hombres en una posición de dominio sobre el cuerpo de las mujeres y sobre cómo debe ser su vestimenta. Y pasa en gran parte del planeta.

Para visualizarlo, siempre es bueno imaginar la realidad al revés: A ningún hombre se le obliga a ir tapado de pies a cabeza, incluyendo la cara, porque sólo su mujer tiene derecho a verle; los hombres no salen mayoritariamente semidesnudos como atractivo para comprar un coche; ninguna mujer le dice a su hombre: “Así vestido, sólo sales cuando estés conmigo”; si él lleva un pantalón ajustado o una camisa desabotonada, no se piensa que “va buscando”; si marca sus partes las mujeres no se le quedarán “naturalmente” mirando, ni intentarán tocarlas… Un instructivo institucional no tendrá un trasfondo sexual respecto a la vestimenta de los hombres.

Bien por los escotes, por las minifaldas, por los cuerpos cubiertos, bien por los tacones o zapatos planos, bien por los jeans o la ropa deportiva, bien siempre que sean por romper ataduras y no hacerlas más fuertes. 

SEM/de/lr

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