Viaje con un acompañante inesperado

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Escaramuzas Políticas

Me encontré a una Cuba diferente, algunos hablaban de buscar la manera de apresurar los preparativos para viajar a los Estados Unidos de manera ilegal

Gloria Analco

Gloria Analco
SemMéxico, 16 enero 2017.- El avión seguía su curso normal de navegación, mientras a lo lejos veíamos cómo iba quedando atrás la isla de Cuba. “Ernesto”, como lo llamaré para proteger su identidad, me acompañaba en la travesía hacia México. 
Viajé a Cuba en julio de 2015, en plan de reconocer territorio donde yo había vivido durante siete años y cacho. Me encontré a una Cuba diferente, algunos hablaban de buscar la manera de apresurar los preparativos para viajar a los Estados Unidos de manera ilegal y “no perder los privilegios” que ese país otorgaba a los cubanos que en esas condiciones podían acogerse a la famosa medida de “pies secos” y “pies mojados”. 
Uno de ellos era mi amigo Ernesto. “¡Cómo, si tú eres revolucionario!”, le dije. Él respondió: “No es eso, es la oportunidad de vivir en los dos países con derecho a trabajar en ambos, sin tanto papeleo que luego te lo hacen inútil”. Y me hizo ver que “el tiempo se nos acaba”, en cualquier momento anulan la Ley de Ajuste Cubano y ya no va a ser posible. 
Ese temor persistía entre los cubanos desde que los Gobiernos de Cuba y los Estados Unidos habían anunciado, en diciembre de 2014, la posibilidad de reanudar relaciones diplomáticas. 
Muchos cubanos, por descendencia, tienen pasaporte español. Ernesto era uno de ellos. “Pero, ¿si tienes ese documento por qué no puedes ir a los Estados Unidos de manera legal?”, le pregunté. “Mi pasaporte español señala que soy de origen cubano, la Sección de Intereses (antes, la representación de EE.UU. en Cuba) se da cuenta y te niega la visa para ingresar a ese país por las vías normales. Así, te obliga a dejar el país por las vías irregulares”, me respondió. 
Ernesto tiene una hija en Miami y hacía unos cuatro años que no la veía. En varias ocasiones había argumentado eso a la entonces Sección de Intereses, pero siempre le negaron la visa. 
Ernesto pudo comprar su boleto de avión dos días antes de la partida, sin que tuviera que pedir permiso a las autoridades cubanas para salir, y así viajar conmigo a México, donde él haría su entrada con pasaporte español y donde yo lo hospedaría en mi casa mientras organizaba su viaje a la frontera con los Estados Unidos. 
Eso tardó 15 días. Nos despedimos, le desee mucha suerte para el momento decisivo. Eso sería cuando él, ya en la garita estadounidense, apresuraría el paso sorteando cualquier obstáculo para poder poner sus dos pies en territorio estadounidense, y entonces diría: “Soy cubano y solicito asilo político”. 
Esa sola frase, ser cubano y tener bien puestos los pies sobre ese país, obligaba a las autoridades estadounidenses a hacerse cargo de su persona…y de su futuro. 
Yo estaba en ascuas, esperando noticias suyas. Sabía que no todos lograban el ansiado pase. Llegó el primer mensaje: “¡Gloria, aquí estoy instalado en Miami! Aunque me trajeron desde la frontera por toda la Florida, sólo conozco Hialeah y Coral Gables, y aquí por supuesto”. 
En el cruce de mensajes de varias semanas, llegó el momento de hacerle la gran pregunta: “¿Qué te dan de beneficios los Estados Unidos?”, a lo cual él respondió: “Es un proceso. Todo el que aplique recibe al mes 200 dólares en bonos de comida, 180 al cash y el Medicade. Todo eso durante seis meses mientras te buscan un trabajo. De hecho, se apuran los papeles, y transcurridos seis meses, si no tienes trabajo vuelves a pedir esos beneficios. Inclusive, si el salario es inferior a los mil dólares, te dejan los bonos de comida”. 
Esta información era más que conocida en Cuba. Esa es la vida corriente, la de la economía y sus cuentas con restas y sumas. No obstante lo cual, la gran mayoría de los cubanos se mantiene en la Isla. 
Según cifras de la Oficina de Aduanas estadounidense, 24 mil 278 cubanos entraron a ese país en 2014, incluidos quienes lo hicieron por medio de visas; 43 mil 159, en 2015, y 56 mil 406, en 2016. 
Muchas personas se preguntan cuál es la razón por la cual una gran mayoría de los 11 millones 242 mil 621 habitantes de la isla, última cifra oficial, no mueve un dedo para salir “a la desesperada” de Cuba. Sencillamente, porque no están realmente “desesperados”. 
Esa es mi percepción de las cosas, luego de haber presenciado, como corresponsal del diario Excélsior, la llamada “Crisis de los Balseros” en 1994, en el peor momento del “Periodo Especial”, y una gran mayoría de la población observaba hasta divertida cómo muchos cubanos hacían preparativos en las playas para embarcarse rumbo a los Estados Unidos, luego de que por primera vez en Cuba se produjera una revuelta social, el 5 de agosto de ese año, que incluyó actos de vandalismo, violencia, desobediencia civil y expresiones políticas en contra del sistema por un grupo reunido en el Malecón. 
La oposición, apoyada por los Estados Unidos, había propagado el rumor de que la gente se podía dirigir al puerto de La Habana, donde podían abordar embarcaciones para irse a los Estados Unidos. 
Fidel respondió convirtiendo el revés en victoria, y de manera que tomó desprevenidos a sus enemigos, anunció sorpresivamente que todos los cubanos que querían viajar hacia los Estados Unidos, tendrían las puertas abiertas. 
Alrededor de 30 mil cubanos surcaron el estrecho de la Florida en sus balsas, en un nuevo éxodo que le originó una crisis al gobierno norteamericano, que de inmediato invitó a su contraparte cubana a entablar negociaciones migratorias. 
Esa vez, pudieron ser muchos más los cubanos surcando los mares, dando la sensación de que al menos media Cuba quería irse, pero no fue así. En mis recorridos, era una minoría la interesada en salir de la isla. 
Yo fui testigo presencial de ese acontecimiento, y me llamaba la atención que a pesar de las grandes dificultades económicas, no era aplastante el interés por salir de Cuba. 
Ernesto está esperando recibir su estatus de residente, en proceso, para poder viajar a Cuba y regresar a Miami de manera regular. Su suerte no ha acompañado a otros cubanos que se han quedado a mitad del camino y que ya no podrán recibir los beneficios que los Estados Unidos ofrecían al éxodo cubano ilegal.
gloriaanalco@gmail.com

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