La Profeco calculó entre mil y 2,500 pesos el gasto por chamaco al entrar a la escuela.
Se repitieron las escenas del caos vial mañanero y el llanto de los infantes en el kínder al ser dejados por primera vez
SemMéxico. Sonora. 20 de agosto de 2018.- Este lunes amaneció con la alboroza vuelta a clases de 25.4 millones de alumnos y 1.2 millones de maestros en el sistema de educación básica del país.
Y, como cada vez, se repitieron las escenas del caos vial mañanero y el llanto de los infantes en el kínder al ser dejados por primera vez en sus vidas por sus madres en la escuela. Y volverán los apuros en las tardes de los padres de familia en pos de la cartulina, el mapa, el grabado, o de aquella estampita que les pidió la maestra y que no está en ninguna tienda.
Escuchamos a un señor malhumorado preguntarse porqué cada inicio de cursos se tenía que comprar todo de nuevo, en vez de simplemente acudir a la escuela como cualquier día: ¿Qué acaso — decía– al salir de vacaciones se acabó el último lápiz, el último color, la última gota de la tinta de las plumas; la última gastita del borrador, la última hoja de las libretas y la última barra de plastilina?; ¿Qué, acaso, la mochila anterior ya no sirve y los niños crecieron tanto en dos meses que ya no les quedan ni el uniforme ni los zapatos?.
La Profeco calculó entre mil y 2,500 pesos el gasto por chamaco al entrar a la escuela, y para lo cual muchas familias se endeudan –aquí en Sonora el propio gobierno ofrece un crédito— o acuden a las casas de empeño o se quedan sin recursos para el diario de la familia. Promediando esas cantidades y multiplicándolas por el número de escolapios la cifra supera los 40 mil millones de pesos que van a parar a las manos de los comerciantes que han convertido publicitariamente estas fechas en una necesidad de gastar y donde, literalmente, hacen su Agosto.
Pero hay algo original en este inicio de clases: se echa a andar la primer fase del nuevo modelo educativo que deja atrás los conceptos de memorización, por los de “aprender a aprender”. La formación académica y las asignaturas tendrán hoy como guía la creatividad, la colaboración, la curiosidad, y la capacidad analítica de los educandos para resolver problemas reales. Ya no más se verá a los maestros exigirles la retentiva de los nombres de los países, los ríos y demás de la geografía mundial, o las fechas históricas. Y tampoco a los padres de familia perder la paciencia con sus hijos porque no les “entra” el abecedario o la tabla del siete.
Con la tecnología y la transformación digital actual dejó de ser necesaria la memorización. Hoy lo importante y vanguardista es saber cómo buscar la información que necesitamos. Es, por ejemplo, la enseñanza de las matemáticas para “disfrutar los números”, en su aplicación en los problemas de la vida cotidiana con la idea de que al terminar la educación media superior, un egresado pueda resolver situaciones reales con pensamiento matemático desde diferentes enfoques.
Y también en materia de Desarrollo Personal y Social, entre las que se incluyen las habilidades socioemocionales; así como en el tema de la Autonomía Curricular, que da a las comunidades escolares la oportunidad de definir una parte del plan educativo según sus intereses y necesidades, se inicia hoy una revolución de la educación en nuestro país.
Esta parte de la reforma educativa no está en riesgo por la llegada del nuevo gobierno ya que la promesa de AMLO de echarla abajo se refiere al nuevo sistema de evaluación de los maestros no a los cambios académicos (salvo su oposición a la enseñanza del inglés).
El año pasado miles de maestros boicotearon las clases en el sur del país como parte de sus protestas. Hoy no con motivo de aquella promesa y del bono democrático a favor de AMLO.
Esperemos que, así como los niños, los maestros inicien también con entusiasmo su labor educativa y anteponiendo a la enseñanza formal la enseñanza humana, con los valores universales como prioridad.
Solo así, con respeto, honestidad, justicia, solidaridad, compromiso, podremos en realidad avanzar.
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