Enorme dolor

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Botella al Mar

Martha Canseco González.

 SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 11 de enero 2021.- Queridas y queridos lectores, luego de 125 días de ausencia regreso a escribir esta columna. Tuve la oportunidad de estar durante ese lapso participando con el Concejo Municipal de Pachuca, que designó el Congreso de Hidalgo debido a que las elecciones municipales se tuvieron que posponer en todo el estado por la pandemia.

Estuve como titular del Instituto Municipal de las Mujeres y tuve la oportunidad, con el apoyo y el trabajo de varias amigas, de convertirlo ahora, en Secretaría de las Mujeres de Pachuca.

Es decir, hubo Concejos en las 84 alcaldías de Hidalgo, pero sin lugar a dudas el de la ciudad capital hizo la enorme diferencia, hizo historia feminista, se le compara ya con la Comuna de París. Habré de escribir sobre la experiencia en otra ocasión.

Agradezco a mis queridísimas Georgina Obregón, directora del diario Síntesis Hidalgo y Sara Lovera directora de SemMéxico, por recibirme nuevamente con los brazos abiertos.

Lamento mucho que mi regreso sea con un tema como el que voy a platicar con ustedes. El pasado 2 de enero nos levantamos con la noticia de que un sujeto de nombre Luis Alfredo C.O  mató a sus tres hijos de 8, 7 y 3 años de edad luego de una discusión con su pareja. Los niños fueron encontrados al interior de un departamento de la Colonia 11 de julio en Mineral de la Reforma, zona conurbada con Pachuca.

Fue el padre de Luis Alfredo quien dio aviso a las autoridades luego de que su hijo le confesara en una llamada telefónica el parricidio. Finalmente, el hombre fue localizado en Hermosillo, Sonora a donde huyó en un intento por evadir a la justicia y lograr impunidad ante su crimen.

El 3 de enero, el Procurador General de Justicia de Hidalgo, Raúl Arroyo González dio una conferencia de prensa para dar los detalles. Seguí la disertación que se transmitió en vivo, por supuesto las reacciones de la audiencia fueron muy acordes al suceso, en pocas palabras y a pesar de que no existe ese tipo de castigo en México, pidieron la pena de muerte para Luis Alfredo.

Me llamó la atención que Raúl Arroyo hablara de la necesidad de identificar y visibilizar las causas sociales que provocaron este fenómeno a través de la recientemente creada Unidad de Análisis y Contexto de la PGJH.

Por supuesto ese análisis tendrá por fuerza que tener perspectiva de género y claro que el mismo no sirva para justificar al parricida, ese crimen lo cometió Luis Alfredo por voluntad propia. Es decir, a esos niños no los mató el coronavirus sino la pandemia que vivimos en este país desde hace ya demasiados años: La violencia de género.

Como él mismo comentó a su padre, mató a los niños para “vengarse” de su esposa y “darle donde más le duele”. Lo hizo para hacerle daño a ella. Son cada vez más frecuentes este tipo de crímenes cometidos por agresores machistas. De ahí sólo hay una lectura, mientras esta sociedad y cultura patriarcal siga fomentando y aplaudiendo una masculinidad violenta y hegemónica los veremos cada vez más y aquí en la cuna de la charrería y el futbol peor aún.

A este tipo de hombres no les importan los hijos, realmente no los aman tal y cómo Luis Alfredo aseguró en sus redes sociales hace algunos meses, así que buscar testimonios de personas que juren y perjuren que era “un buen padre” no será válido. Un buen padre, no asesina a sus hijos.

Luis ni está loco, ni es un monstruo, es un hijo sano del patriarcado. Simple y llanamente violó el derecho humano más elemental de sus hijos, el derecho a la vida y con ello quebrantó el derecho de su esposa a una vida libre de violencia.

Según datos del Sistema de Seguridad Pública del 2012 al 2017, en Hidalgo 16 infantes fueron asesinados por maltrato infantil sí esto no nos llama a la reflexión en torno a la urgente necesidad de terminar con el sistema patriarcal no sé qué hecho más trágico lo puede hacer.

Luis Alfredo no sólo le causó dolor a su esposa, sino a la sociedad toda.

Termino con un fragmento del libro más reciente de Isabel Allende “Mujeres del alma mía”. ¿Cuál es la raíz de esa mezcla explosiva de deseo y odio hacia las mujeres? ¿Por qué esa agresión y acoso no se considera un problema de derecho civil o derecho humano? ¿Por qué son silenciados? ¿Por qué no hay una guerra contra la violencia hacia las mujeres, tal como declaran la guerra contra las drogas, el terrorismo o el crimen? La respuesta es obvia: La violencia y el miedo son instrumentos de control.

MC/SL

botellalmar2017mail.com

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