Estado, democracia e igualdad en el 2018

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La república feminista

Debemos defender lo ganado aún cuando todo esté en contra. No es tarea menor.

Rita Imelda Fernández

SemMéxico, 12 enero 2017.- Este año atravesaremos como sociedad un momento paradigmático para la conformación del país, este año tendremos elecciones presidenciales, estatales, locales y además elegiremos representantes en la cámara de diputados y senadores. 
La representación popular es el mecanismo por el cual se trata de conseguir una democracia, es decir donde es el pueblo el que gobierna y el que tiene el poder, pues hasta ahora no se han propuesto mecanismos diferentes para garantizar que las decisiones de interés societal tarden indefinidamente en resolverse. Por esta razón se crea un Este mecanismo para elegir representantes ha sido el método hasta ahora más efectivo para sostener la democracia, es decir un gobierno donde es el pueblo el que gobierna y el que tiene el poder o al menos bajo esta idea es que se mantiene.

Esta democracia se circunscribe en lo que Hobbes llama el pacto social, se crea el Estado. Las
personas para vivir en paz en sociedad ceden derechos como ejercer justicia por propia mano entre otros a un ente que regule la justicia, además soberano (El Estado) y además le pagamos impuestos para mantener ese ente a cambio de obtener otros paz y beneficios sociales y así favorecer la vida en cómo la igualdad de oportunidades y desarrollarnos de manera personal y colectiva.

Los Estados democráticos deben tener un entorno adecuado para su desarrollo como son instituciones que procuren la garantía de que las personas puedan ejercer plenamente sus derechos humanos, condiciones de paz para sus habitantes, instituciones con una buena percepción, justicia.

Sin embargo, las y los mexicanos no estamos en ese contexto, acaba de terminar el año más violento del que se tenga registro, fue un año con un alza en feminicidios en el país, seguimos sin nuestros 43 estudiantes de Ayotzinapa, seguimos sin obtener justicia para Acteal, Atenco y seguir en orden alfabético las violaciones que el Estado ha realizado sobre sus propios ciudadanos.

Ya nos parece que la violencia que el Estado ejerce contra la población es un lenguaje social, donde si el Estado se incomoda ante algún evento social este puede ser acallado utilizando la violencia, instalando el miedo como una forma de control, de amenazar una colectividad. Pero ahora además de Estado la delincuencia organizada se ha apropiado de ese mismo lenguaje y ocupa los cuerpos como transmisores o escaparates de mensajes.


En la violencia hay dos posiciones la de quien agrede y quien ocupa el lugar de la víctima. En ese esquema la primera usa la violencia para demostrar su poder y obligar a la segunda a realizar no lo que su voluntad dispone sino el agresor de manera invasiva decida por tiempo indefinido. De esa manera las víctimas pierden el poder sobre su cuerpo y pierden la capacidad de decidir sobre sus propias vidas. Este mismo fenómeno sucede de manera societal un grupo organizado toma el control sobre un grupo social y lo desplaza o tolera hasta donde y por el tiempo que decida.


Así que ahora el pacto social establecido que crea el Estado se ve fracturado, porque ya no solo es él quien posee el poder y usa la fuerza. Pero por si el contexto no puede ser peor las instituciones vigilantes de que estos procesos electorales sean limpios se encuentran en encrucijadas en el mejor de los casos tendremos fiscales de unos meses de ingreso, un Tribunal que permite la repartición de tarjetas tipo Monex y una Ley de seguridad interior que permite la intervención de policía y ejército sin mayor explicación o procedimiento. Porfirio Muñoz Ledo escribió de este previsible golpe de Estado y será en este entorno en el que se enfrentarán las elecciones del 2018 y todas las personas debemos estar atentas, conocer a precandidatos y exigir en los espacios necesarios el reconocimiento de que debe ser prioridad para cualquier representante popular que la violencia debe frenarse, las estrategias hasta ahora usadas han demostrado su ineficacia.

Los Estados democráticos entonces deben tener un entorno adecuado para su desarrollo como son instituciones que procuren la garantía de que las personas puedan ejercer plenamente sus derechos humanos, condiciones de paz para sus habitantes, instituciones con una buena percepción, justicia.

Sin embargo, las y los mexicanos no estamos en ese contexto, acaba de terminar el año más violento del que se tenga registro, fue un año con un alza en feminicidios en el país, seguimos sin nuestros 43 estudiantes de Ayotzinapa, seguimos sin obtener justicia para Acteal, Atenco y seguir en orden alfabético las violaciones que el Estado ha realizado sobre sus propios ciudadanos a las que además sigue negándoles su derecho a justicia y verdad. En este contexto normalizado de violencia ya nos parece que la violencia que el Estado ejerce contra la población es un lenguaje social, donde si el Estado se incomoda ante algún evento social este puede ser acallado utilizando la violencia, instalando el miedo como una forma de control, de amenazar una colectividad. Más preocupante aún es que además del Estado la delincuencia organizada se ha apropiado de ese mismo lenguaje y ocupa los cuerpos como transmisores o escaparates de mensajes. De tal suerte que el pacto social que se había establecido tiene severos incumplimientos, esta fracturado.

Por si el contexto no puede ser peor para la democracia, las instituciones, esos entes cuya función era que sin importar quienes estuvieran en el poder vigilarían de que estos procesos electorales sean limpios, se encuentran entrampados por procesos de designación que no se cumplen, por fiscales que son obligados a renunciar, por tribunales que aprueban el reparto sin tapujos de tarjetas electrónicas tipo Monex. En cambio, el Estado no ha perdido aún su poder y lo quiere conservar y se ha creado la Ley de seguridad interior que permite la intervención de policía y ejército sin mayor explicación o procedimiento. Porfirio Muñoz Ledo escribió de este previsible golpe de Estado y será en este entorno en el que se enfrentarán las elecciones del 2018.

Así que el trabajo de la sociedad es luchar por mantener la democracia, y mantener en pie el pacto social que crea al Estado porque hasta ahora es el sistema que mejor ha podido garantizar derechos humanos, así que debemos defender lo ganado aún cuando todo esté en contra. No es tarea menor.


Debemos pensar cómo articularnos, cómo construir lazos fuertes para priorizar las necesidades que para la población son muy visibles y para la clase política y gobernante no.



@RitaIFdz

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