Feminización no es sinónimo de igualdad: ellas ocupan menos del 20% de los altos cargos en sanidad

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  • Las mujeres representan más del 70% del alumnado en el sector salud. En este sentido, según un estudio elaborado por Lenstor,
  • España es el segundo país entre las naciones europeas con más mujeres estudiando Medicina, 50.499 frente a 25.455 hombres, es decir, el doble. Por contra, se da la paradoja que de los 100 nombres más reconocidos en el sector sanitario por ’Forbes’, menos del 20% son mujeres

Por Isabel Gaspar

SemMéxico/AmecoPress/Ecoaula. Madrid, España. 11 de febrero 2021.- La Real Academia Española (RAE) define la paradoja como un «hecho o expresión aparentemente contrarios a la lógica». Una definición que se aplica a la perfección en un país como España, reconocido como uno de los mejores para las mujeres que quieren dedicarse a carreras de la salud en Europa y que, sin embargo, presenta grandes desigualdades. En este sentido, según un estudio elaborado por Lenstor, España es el segundo país entre las naciones europeas con más mujeres estudiando Medicina, 50.499 frente a 25.455 hombres, es decir, el doble.

De hecho, las mujeres representan más del 70% del alumnado en el sector salud, así como del personal sanitario, mientras que apenas suponen un 20% de los altos cargos. «La incorporación a las responsabilidades que determinados cargos lleva implícita junto con la falta de equilibrio familiar-profesional que durante los últimos años hemos tenido en nuestro país, ha desembocado en cierta prevención por parte de las mujeres a postularse para determinados cargos», señala Tomasa Centella, presidenta de la Comisión Nacional de Cirugía Cardiovascular.

El último informe del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) sobre las desigualdades en el sector, refleja que mientras que son 46 los presidentes de las juntas directivas provinciales de los colegios de médicos, apenas son 6 las presidentas. En el caso de la vicepresidencia y la tesorería, ellas representan menos de un tercio. «En cirugía cardiovascular no existe ninguna jefa de servicio en nuestro país. Si consideramos los congresos o ponencias que la Sociedad Científica promociona, observamos que el porcentaje de mujeres que presentan ponencias o dirigen reuniones es escaso comparado con el número de ellas que forman parte activa de la sociedad», sostiene Centella.

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Para muestra un botón. La revista Forbes ha publicado el listado de los 100 nombres más reconocidos del panorama sanitario español en 24 especialidades y menos de un 20% son mujeres. Incluso en aquellas especialidades con fuerte presencia femenina. Es el caso de ginecología y obstetricia, en la que las mujeres representan casi el 60% del conjunto de profesionales y los médicos mejor valorados por esta publicación son todos hombres.

Precisamente, Miriam Al Adib Mendiri, ginecóloga y obstetra en Almendralejo (Badajoz) acaba de ser reconocida como la mejor de su especialidad por los Doctoralia Awards en la edición de 2020, que tienen en cuenta la opinión de los pacientes y los profesionales sanitarios. Autora de libros como Hablemos de Vaginas y Hablemos de Nosotras, que saldrá publicado próximamente, Al Adib Mendiri sostiene que «la medicina no deja de ser otro ámbito más donde se puede observar la asimetría entre hombres y mujeres. Las mujeres siempre tienen que mostrar más valía que los hombres para llegar a los mismos puestos».

Si bien esta especialista destaca que la maternidad no es el único obstáculo que encuentran las profesionales, sí que explica que «es un freno en la carrera profesional. En mi tercer embarazo mi jefe llegó a decirme que tendría que elegir entre ser madre o ginecóloga». Con cuatro hijas, Al Adib Mendiri se dio cuenta de que no podía conciliar si seguía trabajando en el sistema público de salud. «Hablamos de que las guardias suponen estar 24 horas fuera de casa». De ahí que decidiese optar por la vertiente privada y montar sus propias clínicas. «Me hice emprendedora porque no me quedaba más remedio».

A este respecto, la conciliación entre la vida laboral y la vida familiar constituye, todavía hoy, una fuente de conflicto que afecta la vida profesional y personal de las distintas profesionales. Existen actualmente pocos mecanismos que puedan garantizar la continuidad profesional, especialmente en épocas relacionadas con la maternidad o cuando hay hijos pequeños o personas dependientes en la familia.

Los horarios laborales y la falta de flexibilidad constituyen otro de los problemas principales a la hora de conseguir compatibilizar las obligaciones familiares con las laborales. La actitud más frecuente es la renuncia de las oportunidades laborales en favor de la estabilidad familiar, como recoge un estudio de la Fundación Patronato de Huérfanos y Protección Social de Médicos Príncipe de Asturias y el Foro Español de Pacientes.

De este modo, como recoge el informe del CGCOM, la mayoría de las excedencias por cuidados familiares e hijos las solicitan mujeres. Esta circunstancia repercute sobre su remuneración, su carrera profesional y sus derechos laborales, en especial, sobre sus pensiones a futuro.

A este respecto, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en materia salarial, correspondientes a 2018, el sueldo medio anual para las actividades sanitarias y de servicios sociales en el caso de los hombres fue de 34.174 euros, mientras que para las mujeres fue de 24.600 euros, en otras palabras, un 28% menos.

En este contexto, Iziar Vázquez Carrión, médica de familia en Madrid, señala que «la mujer tiene aún un poco el papel de matriarcado y eso es lo que quizá la ha frenado para ocupar puestos de relevancia y de dirección que obligan a estar mucho tiempo fuera de casa. Hace 25 años sí que aún el hecho de ser mujer podía influir, pero creo que se ha avanzado mucho en este sector en cuanto a la igualdad entre hombres y mujeres».


En este sentido, esta profesional añade que cree que «a día de hoy si una mujer es muy válida se le da también la opción de estar en la dirección. De hecho, para optar a estos puestos se pide el currículum y se bareman todos los méritos. Quizás si hay más hombres es porque ¿ellos se presentan más?».

’Cuidadoras’

Como reflejan los datos, las mujeres son mayoría en especialidades como pediatría, enfermería o medicina familiar, mientras que cuentan con escasa representación en otras ramas como las relacionadas con las cirugías.

Jessica Cerván, enfermera en Las Palmas de Gran Canaria, explica que «la mujer siempre ha tenido la imagen de cuidadora, por lo que es lógico que, desde hace siglos, tienda a elegir esta profesión. Sabemos por la historia que las mujeres han tenido papeles fundamentales a la hora del cuidado, como por ejemplo en las guerras, y que gracias a ellas tenemos hoy muchísimos conocimientos que nos ayudan a prevenir y curar enfermedades».

En este sentido, ONU Mujeres destacó hace unos meses que la presencia mayoritariamente femenina en el sector salud ha provocado que ellas estén sufriendo más la actual pandemia. Según el último informe realizado por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), dependiente del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), del personal sanitario contagiado un 76,5% son mujeres.

Para el CGCOM no es casual que haya más mujeres en profesiones (o especialidades) que tienen mayor carga cultural de estereotipos asociados a las mujeres (cercanía, amabilidad, dulzura, etc.) y más hombres en otras que se asocian a valores teóricamente viriles (fuerza, capacidad técnica, control, etc.). Estas cuestiones pueden explicar un mayor número de mujeres por ejemplo en pediatría (son mujeres las que tradicionalmente cuidan de niños y niñas) y menor en cirugía (son hombres a quienes se les asigna la realización de tareas más técnicas y complejas).


«Durante años se ha considerado que las especialidades quirúrgicas eran un terreno masculino. Las bajas laborales durante el período de embarazo, maternidad y lactancia no han ayudado a fomentar el interés por parte de las mujeres, ya que suponían perder un año el hábito quirúrgico y fomentaban la desconfianza por parte de los jefes de servicio a contratar mujeres. La igualdad de las leyes en este sentido creo que ayudarán a mejorar este porcentaje», apunta la presidenta de la Comisión Nacional de Cirugía Cardiovascular.

En su campo, medicina familiar y comunitaria donde ellas suponen casi el 62% personal, Iziar Vázquez Carrión cree que «hay más mujeres que en una traumatología o una cirugía, quizá porque son más técnicas, más manuales y se gana más dinero, (la medicina de familia se ha visto siempre como la pariente pobre de la medicina.) Tanto es así, que se cobra más en un hospital que en un centro de salud, habiendo realizado igualmente un MIR (Médico Interno Residente) y siendo especialistas igual. Yo creo que esto también hace que el hombre, salvo mucha vocación, elija otra especialidad. Pues aún nos queda un poco la idea de que él tiene que ganar más dinero».

En ramas como la cirugía cardiovascular, la urología, la neurocirugía o la cirugía torácica, la tasa de feminización es inferior al 30%. Por otro lado, en según que especialidades, la opinión de ellos sigue teniendo más valor, no solo entre los propios profesionales, sino también entre los pacientes. Como expone Miriam Al Adib Mendiri, «en el caso de la ginecología, cuando es un problema más común, las pacientes prefieren que las vea una mujer, pero si hablamos de problemas en los que se requiere una decisión más compleja, normalmente se fían más de los hombres». Sin embargo, Jessica Cerván indica que en su profesión, «donde más del 80% del personal es mujer, no se aprecia discriminación, ni hacia profesionales femeninos, ni hacia masculinos».

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Educar en igualdad

Indudablemente, una de las estrategias para reducir las brechas existentes entre hombres y mujeres, ya no solo en el sector de la sanidad sino en la sociedad, pasa por la educación. Conseguir una interiorización desde la infancia de valores fundamentados en la paridad solventará muchos de los sesgos que se ven actualmente. Por ejemplo, el informe del CGCOM resalta que el techo de cristal impide acceder a las mujeres a espacios de liderazgo y lo hace con una de las estrategias más utilizadas que es culpabilizar a las mujeres por adoptar actitudes que no se consideran propias de su sexo.

Estos roles se siguen reflejando de manera impactante en la elección de estudios. Así, las mujeres no llegan al 50% en las disciplinas STEM (acrónimo de los términos en inglés de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas). De hecho, solo el 12,9% de los matriculados en informática son mujeres y en el caso de ingenierías, construcción e industria la cifra se sitúa en el 28,5%, según las estadísticas universitarias publicadas por el Ministerio de Educación y FP para el curso 2018-2019. Una tendencia que se ha mantenido en los últimos cuatro años.

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Esta brecha también queda reflejada a la inversa, dada la poca presencia masculina en el ámbito de la educación, donde las mujeres conforman el 78% del alumnado, y en el de la salud, donde el porcentaje de alumnas se sitúa en el 71%. «En relación a las causas cabe señalar que entre los factores que influyen en la elección profesional, suele citarse la transmisión de sesgos socioeducativos que se realiza a través del currículo oculto (familia, amistades, responsables de formación, etc.) y en ocasiones del currículo explícito (contenidos formativos, espacios de trabajo y formación, prácticas formativas, tipo de orientación y asesoramiento que se facilita a los individuos dependiendo del sexo, etc.)», indican desde el CGCOM.

«Evidentemente es una cuestión de tiempo. Un tiempo que está llegando en que las mujeres tenemos menos miedos a asumir responsabilidades. No soy muy partidaria de las cotas, si bien creo que han servido para que la sociedad se dé cuenta de que hay que pensar en las mujeres para cargos que previamente tenían exclusivamente los hombres. Las leyes que fomentan la igualdad son imprescindibles para consolidar el cambio. Pero fundamentalmente es el cambio en la educación, en la perspectiva social lo que va a revertir esta desigualdad», concluye Tomasa Centella.

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