La pandemia afectó principalmente a las mujeres trabajadoras: rumbo al mundial 2026

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  • La informalidad laboral es de 32 millones de personas: Saúl Escobar Toledo.
  • El nuevo feminismo: una esperanza social.

Guadalupe López García

SemMéxico, Ciudad de México, 4 de octubre del 2022.- En un balance sobre los efectos de la pandemia Covid se concluyó que las trabajadoras fueron las más afectadas; la brecha salarial se profundizó y ellas perdieron mucho más que los hombres. El cálculo es que 32 millones de personas se fueron a la informalidad laboral, principalmente mujeres.

En una palabra: hoy vivimos profundizada la precaridad laboral. Un dato preocupante es la disminución efectiva de la Población Económicamente Activa PEA en 12 millones; quedaron sin trabajo. 9.5 millones de personas catalogadas como “ausentes con vínculo laboral”; sin ingresos, buscaron apoyos familiares, de amistades o vendieron o empeñaron sus bienes, dejaron en ceros sus ahorros. Quedaron sin prestaciones sociales.

Así lo analiza el investigador Saúl Escobar Toledo, especialista en política laboral, sindicalismo e historia de los movimientos laborales en México, en un trabajo para el proyecto “México Unido”, de la Red Nacional de Mujeres Sindicalistas, para promover los derechos laborales de las mujeres futbolistas rumbo a la Copa Mundial de 2026.

La aportación de Escobar Toledo, respecto de cómo las mujeres fueron afectadas por la crisis sanitaria del Covid 19, describe que ellas además de abandonar el mercado laboral formal, vivieron dobles cargas de trabajo, por el confinamiento en casa y para sobrevivir; se reincorporaron a ocupaciones informales, desprotegidas y vulnerables. Además, se reafirmó la idea de que “la mujer es de su casa”. También aumentó la violencia familiar.

Por todo ello las actividades informales se convirtieron en las más socorridas, actividades sin estabilidad laboral, sin salario, sin protección de ninguna clase, ni en salud, ni vacaciones, ni pagos extraordinarios. En medio de la cual resurgió el movimiento feminista de las jóvenes.

Con esa mirada de “Informalidad y precariedad laboral. Rumbo a la Copa Mundial FIFA 2026”, se promovió un seminario, para el que hizo el análisis Escobar Toledo, y hoy forma parte de un acervo de conocimientos sobre los Derechos Laborales de las futbolistas -una actividad que se ubica en la informalidad-.

El también economista y profesor investigador de Instituto Nacional de Antropología e Historia mostró estadísticas que dejan en claro el tamaño de la precariedad laboral, la pobreza y la vida familiar dañada, todo profundizado por la pandemia.

Y respecto a la situación desigual entre hombres y mujeres, consideró que dentro de la “nueva normalidad” en marcha, puede preverse que se volverá a una estructura de desigualdad histórica, donde las mujeres reciben menos salarios, su trabajo es poco valorado y socialmente sin categoría.

Explica Escobar Toledo que la pandemia, generó por muchos meses el freno de casi todas las actividades económicas, lo que significó la reclusión domiciliaria, donde, se puedo establecer, no sólo aumentó la violencia contra las mujeres, sino la escases económica y alimentaria.  El cierre de actividades decretadas por los gobiernos y los estados multinacionales, se justificó como el remedio más eficaz para evitar los contagios.

“Nos prohibieron salir, no porque estuviéramos enfermos sino para detener los contagios y la pérdida de vidas. Esto hizo muy severa la reclusión, que, en otras pandemias, quizá más mortales, nunca frenaron las actividades económicas de todo el mundo” como sucedió con el Covid 19, especialmente del 2020 al 2021.

El análisis de Escobar Toledo, también afirma que la ciencia y las instituciones no estaban preparadas para esta pandemia, sin precedentes en la historia del capitalismo y de la humanidad. Para él ello muestra la necesidad de cambiar el modelo civilizatorio que fomenta la desigualdad, el desperdicio y la ostentación. Ahora, opina, habría que adoptar un modo de vida más respetuoso con la naturaleza y utilizar la tecnología y el saber para la salud y la felicidad de todas las personas. Tal vez se trate de una de las enseñanzas que nos dejó la crisis sanitaria, pero, ¿qué va a seguir después? Se pregunta.

Alertó que la nueva normalidad puede ser —por desgracia— peor, o bien vislumbrar la posibilidad de cambio. Puede que se desarrollen ambas circunstancias.

Son las cifras aportadas por Escobar Toledo, las que pueden ser contundentes. Acompañadas por el cierre, también, de actividades deportivas masivas, como el futbol.

Estadísticas contundentes

En el segundo semestre de 2020 se abrieron lentamente las actividades llamadas no esenciales, como en la industria de empresas maquiladoras de exportación, ubicadas de las fronteras norte y sur del país, con una composición muy alta de mujeres trabajadoras. Ahí se vio la permanencia de las brechas entre hombres y mujeres.

En el primer trimestre de 2020, la brecha laboral (personas desocupadas, las que están en esa situación, pero no buscan activamente un trabajo —aunque han manifestado que necesitan un empleo— y las subocupadas) era de 12.4 millones, en el tercer trimestre se elevó a 22.4 millones (incremento de más de 80%). En el tercer trimestre de 2021 había bajado. Daño causado entre el primer y tercer trimestre de 2020: aumento de la pobreza del 36.6 al 44 por ciento de las personas trabajadoras.

La desigualdad también se incrementó, pues la masa salarial, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), sufrió una caída de 12.4 %, con un impacto alto generando la pobreza laboral, ya existente antes de la pandemia.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021, encontró que la pérdida de ingreso fue tal, que las personas tuvieron que buscar ayuda de familiares y amistades, contó el 54 por ciento de las personas interrogadas; el 20 por ciento dijo que vendió o empeñó algún bien, el 56 por ciento utilizó lo ahorrado y el 80 por ciento redujo gastos. El 52 por ciento dijo que no fue suficiente para cubrir sus necesidades.

El daño durante 2020 y 2021 alcanzó a cuatro quintas partes de las mexicanas y mexicanos y en este año, su patrimonio está pésimamente destruido. 50 por ciento de la población más pobre tenía cifra negativa (-0.2%), el 40 por ciento poseía el 21.5 % de la riqueza nacional. El 10 por ciento acumulaba casi el 79 por ciento de la riqueza y el 1 por ciento más rico, el 47 por ciento. La desigualdad fue asentada por la pandemia.

Las actividades económicas se fueron recuperando, pero principalmente en el empleo informal. En el segundo trimestre de 2022, el 55.6 % (32 millones de personas) forma parte de las ocupaciones informales, donde significativamente se ubican las mujeres, que trabajan en condiciones vulnerables, carecen de seguridad social, protección, estabilidad laboral y con ingresos reducidos.

Las mujeres así fueron las más afectadas por la pandemia. Abandonaron el mercado laboral, amentaron sus cargas de trabajo en casa: han sido maestras, cuidadoras de enfermos/as, ancianos/as, y se han hecho cargo, más que los hombres, de las tareas del trabajo en el hogar.

El 53 por ciento población mayor de 15 años son mujeres, pero solo el 40 por ciento trabaja o forma parte de la PEA. Las mujeres no están incorporadas en el mercado laboral en condiciones equitativas frente a los hombres. En otros países de América Latina, la situación es menos dispareja. La mujer sigue siendo en México, en muchos sentidos: “La mujer de su casa”. El país es mucho más machista que en otros, incluso, en América Latina, subraya Saúl Escobar Toledo.

En promedio, las mujeres de 15 años y más dedican 22 horas semanales al cuidado no remunerado, frente a las 13 reportadas por hombres. El promedio de las que forman parte de la PEA es de 20 horas, frente a 12 de los hombres, de acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), del cuarto trimestre de 2019.

Para Escobar Toledo, la nueva normalidad es volver a la estructura de desigualdad que había antes de la pandemia. Cuando las mujeres salen a trabajar, se colocan en ocupaciones de baja jerarquización -más vulnerables y más desprotegidas-, encima viven discriminación y exclusión en varios sentidos.

En el ingreso laboral también hay disparidades. En el segundo trimestre de 2022, el ingreso laboral real promedio de la población ocupada a nivel nacional fue de 6,434.04 pesos al mes. De los hombres fue de 7,014.25 y el de las mujeres de 5,655.87. El ingreso de los hombres ocupados es aproximadamente 1.3 veces más que el de las mujeres.

De la población más desempleada, es casi 80 por ciento de gente que tiene entre 15 y 44 años. Escobar Toledo reconoce que el aumento del salario mínimo ayuda a paliar la pobreza, pero los salarios contractuales han caído, en 2022, por la inflación, de más del 8 por ciento.

El especialista en asuntos laborales y sindicales menciona a las trabajadoras y a los trabajadores de plataformas digitales, por ejemplo, y lo calificó como un sector muy desprotegido, porque no tienen garantías de la ley, las empresas no los reconocen como trabajadoras, trabajadores, ni estas como patrones. La vulnerabilidad de las mujeres es muy alta, por vivir acoso y hostigamiento sexual mucho mayor que en otros espacios.

Indicó que, pese a que se afirma que se regresó a una “nueva normalidad”, la pandemia sigue. En este 2022, la Covid ha motivado el cierre de actividades en China, la disrupción de las cadenas de abastecimiento ha provocado demoras para descargar insumos y refacciones y ha estallado una guerra entre Ucrania y Rusia, lo que ha generado una inflación mundial. Se ha desarrollado una crisis sanitaria, alimentaria, económica y del medio ambiente. “No podemos ser muy optimistas, pero si somos conscientes de esta situación, podemos enfrentar los retos, aunque el panorama se vea un tanto oscuro”, pronosticó.

Por otra parte, Escobar Toledo distingue en las jóvenes actuales un espíritu de rebeldía, subversión y sororidad que no veía en las mujeres de su época. El renacimiento de un feminismo duro y radical —aparentemente para mi generación—, es parte de una realidad nueva que vivimos y apostaría porque ese nuevo feminismo también sea una esperanza para cambiar las cosas en este país, finalizó.

SEM/glg/MG

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