Las mujeres mexicanas no se sienten representadas ni por el presidente, ni por los y las diputadas, ni por los y las alcaldesas

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Hasta el 26 por ciento desconoce que es la democracia y 25 por ciento no quiere participar en política

Se presentó el Informe País sobre estado de la democracia en México, donde quedó claro que la ciudadanía cree más en el INE que en otras instituciones

Sara Lovera

SemMéxico, Ciudad de México, 15 de octubre, 2022.- Más de una cuarta parte de las mujeres mexicanas desconoce que es la democracia y hasta el 26 por ciento no se siente con habilidades para participar en la vida política del país; sólo una de cada 4, se siente representada por el presidente de la República, reveló el Informe de País sobre el estado que guarda la democracia en México, que dio a conocer el Instituto Nacional Electoral INE.

Ello a pesar de que las mujeres mexicanas –que consiguieron el voto hace 69 años- y cada día participan más y contienden en paridad –a partir de 2014- ello no ha significado revertir su desigualdad sistemática, dice el Informe; además la población nacional –mitad mujeres- no se siente representada por las personas de los partidos políticos y quienes llegan al Congreso.

Hay una desconfianza que llega hasta,el 97 por ciento en el caso de las diputaciones o el 80 por ciento en las autoridades municipales. Pero la institución que tiene que ver electoralmente, que goza de más confianza, es el INE.

Y las mujeres están desalentadas por las actitudes discriminatorias, la exclusión y la intolerancia, y también por las prácticas clientelares de corrupción y coacción del voto, que a pesar de todos los esfuerzos normativos e institucionales siguen dañando las posibilidades de plena consolidación de la democracia; el 75 por ciento de las mujeres no se siente representada en sus intereses por el presidente de la República. Pero confía hasta en 67 por ciento en que se cuenta su voto.

Interrogadas por el tipo de gobierno que desean, prefieren la democracia – por medio del voto-, sólo el 17 por ciento está de acuerdo con un gobierno militar.

Este informe da cuenta del curso de la democracia en México, también reveló que el modelo electoral mexicano, que instrumenta la paridad electoral, entre hombres y mujeres, “ha logrado convertirse, le pese a quien le pese, en un referente internacional, porque su diseño garantiza igualdad en el ejercicio del sufragio”, dijo Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del Ine, al darlo a conocer.

El informe es resultado de la colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), un grupo de expertos y sus indicadores se fundaron en la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) realizada por Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI en 2020.

Se trata de un diagnóstico sobre el estado actual de la democracia en México, donde sostiene que la baja calidad de la representación política es la mayor debilidad de la democracia mexicana. Señala que la población no se siente representada por las personas e instituciones que forman la columna vertebral de una democracia representativa: los partidos políticos, el Congreso y las y los legisladores

Según la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) realizada por el INEGI, fue   insumo principal del Informe País 2020 y forma parte del Catálogo nacional de indicadores, útil para la evaluación de políticas públicas.

Del Informe País 2020 se desprende que una de las más importantes es el de la diferencia sexual: mujeres y hombres ejercen su ciudadanía de distintas maneras. Si bien los datos de la obra muestran que las mujeres han alcanzado importantes espacios de representación, éstos no han sido suficientes todavía para revertir situaciones de desigualdad sistémica que permitan que en México la participación sea plena e igualitaria entre todas las personas. Sólo a través de la reducción de la brecha entre hombres y mujeres podrá aumentarse la satisfacción de la población con la democracia cotidiana experimentada en México.

Los datos de la ENCUCI 2020 permiten analizar el conocimiento que tiene la ciudadanía sobre la democracia. En lo que respecta a la idea general de la democracia, se observa que 73 por ciento de las y los encuestados dijeron saber o haber escuchado sobre ella. Esto implica que una cuarta parte de la ciudadanía desconoce qué es la democracia o no ha oído hablar de ella, lo cual es un dato que debiera alertar sobre un grupo importante de la población que pareciera mantenerse completamente alienado del sistema político.

 El conocimiento es un poco mayor entre los hombres (75 por ciento) que entre las mujeres (72 por ciento). En cuanto a las diferencias regionales, se puede destacar que hay mayor conocimiento en el centro del país (80 por ciento) y menor en el occidente (68 por ciento).

Cuando se preguntó a la ciudadanía si estaba de acuerdo con la frase “considero que tengo los conocimientos y habilidades” para participar en la vida política del país (votar, manifestarse y protestar, militar y postularse para un cargo de elección popular), el 69 por ciento mencionó estar “muy y algo de acuerdo”, mientras que el 29 por ciento dijo estar “algo o muy en desacuerdo”.

Si nos concentramos en la respuesta “muy de acuerdo”, existen algunas diferencias importantes por sexo, ya que la cifra para los hombres es de 30 por ciento, mientras que para las mujeres es de 26 por ciento. Esta diferencia puede relacionarse con que el promedio de escolaridad de la población de 15 años y más es mayor en los hombres que en las mujeres.

INFORME PAÍS 2020 EL CURSO DE LA DEMOCRACIA EN MÉXICO

El objetivo del Informe País 2020 es ofrecer a la población mexicana un análisis completo sobre el estado que guarda la democracia en México, atendiendo a tres dimensiones de la vida democrática: la representación, la participación y los valores democráticos.

Además, el grupo de destacados especialistas a cargo del Informe identifica algunos de los obstáculos o déficits más sobresalientes que enfrenta la democracia mexicana para cerrar la brecha entre el ideal y la experiencia concreta de la vida democrática; entre esos déficits se encuentran las actitudes discriminatorias, la exclusión y la intolerancia, y también las prácticas clientelares de corrupción y coacción del voto, que a pesar de todos los esfuerzos normativos e institucionales siguen dañando las posibilidades de plena consolidación de la democracia.

Tal como lo advierte el grupo de investigadoras e investigadores, la baja calidad de la representación política es quizá la mayor debilidad de la democracia mexicana.

La ciudadanía no se siente representada por las personas e instituciones que forman la columna vertebral de una democracia representativa: los partidos políticos, el Congreso y las y los legisladores que desde el Poder Legislativo están obligados a expresar, en toda su pluralidad, la voluntad popular que les ha dado voto y mandato.

Cuando se pregunta sobre las figuras que mejor representan a la ciudadanía, destaca -en primer lugar- el Presidente de la República, con un 26 por ciento, es decir, uno de cada cuatro ciudadanos y ciudadanas se siente representado(a) por el Titular del Poder Ejecutivo; el porcentaje es parecido para el alcalde o alcaldesa (21 por ciento). Los diputados y las diputadas, tanto locales como federales, sólo alcanzan el 3 por ciento y el 5 por ciento, respectivamente, niveles preocupantes, dado que son los actores que teóricamente representan de manera formal a la ciudadanía.

La baja calidad de la representación política constituye un problema serio que lleva al debilitamiento de la democracia y de los valores democráticos en la sociedad.

LEGALIDAD

Hay una leve mejoría en las opciones de respuesta referentes al nivel de respeto a la legalidad en el país.

En el caso mexicano, aun cuando una mayoría prefiere la opción de impulsar reformas (50 por ciento) sobre la alternativa de no obediencia de las leyes, también percibe que las leyes no se respetan en el país, percepción que se mantiene desde el Informe País anterior.

Mientras que, en 2013, el 37 y el 29 por ciento de las y los mexicanos respondieron que “las leyes se respetan en el país poco y nada”, respectivamente; en la ENCUCI 2020, estos porcentajes fueron de 44 y 17 por ciento. Es decir, hay una leve mejoría en las opciones de respuesta referentes al nivel de respeto a la legalidad en el país

PROBLEMAS MÁS APREMIANTES

Entre los problemas que la ciudadanía percibe como los más apremiantes, la corrupción ocupa el primer lugar (55 por ciento), la pobreza el segundo (53 por ciento), la inseguridad y la delincuencia el tercero (50 por ciento), el desempleo el cuarto (50 por ciento) y el mal desempeño gubernamental el quinto (25por ciento).

En torno a la percepción sobre la corrupción del gobierno, casi el 60 por ciento de las personas encuestadas dijo que la corrupción ha aumentado o se ha mantenido igual de alta. No obstante, dichas evaluaciones negativas, destaca que tanto los valores en torno a la corrupción como su expectativa en el futuro son positivos: la gran mayoría de las y los mexicanos considera inapropiado que un funcionario (a) público reciba sobornos y un porcentaje importante considera que la situación de la corrupción puede mejorar en el país.

La corrupción y el clientelismo constituyen un reto para la participación y los vínculos de representación entre los partidos políticos y la ciudadanía. Existe una alta percepción de que la corrupción y las prácticas clientelares se encuentran extendidas en el país. Lo anterior resulta ser un foco rojo porque puede no sólo generar desapego hacia el sistema político, sino también desincentivar la participación política al generarse la percepción de que no es posible realizar algo para remediar la situación.

CONDICIÓN DE CIUDADANÍA

Para la gente, la condición de ciudadanía se asocia con dos características principales: tener responsabilidades (36 por ciento) y tener derechos (29 por ciento), además de otras consideraciones menos destacadas, como el derecho al voto (10 por ciento), pertenecer a un país (7 por ciento) y cumplir 18 años (4 por ciento).

Al mismo tiempo, resulta interesante que una mayoría de las y los encuestados está de acuerdo con la idea de que la única manera para opinar sobre política es el voto.

TV PRINCIPAL MEDIO DE INFORMACIÓN SEGUIDO DE LAS REDES SOCIALES

Las y los mexicanos promedio se enteran de lo que sucede en el país principalmente a través de dos medios de comunicación: la televisión (74 por ciento) y las redes sociales (45 por ciento). Los otros canales de información son internet (22 por ciento) y el celular (10 por ciento), que abren la puerta al amplio mundo digital, además de otros medios como la radio (22 por ciento), los periódicos y las revistas en papel (10 por ciento).

27 por ciento DE LA CIUDADANÍA DESCONOCE QUÉ ES DEMOCRACIA

Los datos de la ENCUCI 2020 permiten analizar el conocimiento que tiene la ciudadanía sobre la democracia. En lo que respecta a la idea general de la democracia, se observa que 73 por ciento de las y los encuestados dijeron saber o haber escuchado sobre ella. Esto implica que una cuarta parte de la ciudadanía desconoce qué es la democracia o no ha oído hablar de ella, lo cual es un dato que debiera alertar sobre un grupo importante de la población que pareciera mantenerse completamente alienado del sistema político. El conocimiento es un poco mayor entre los hombres (75 por ciento) que entre las mujeres (72 por ciento). En cuanto a las diferencias regionales, se puede destacar que hay mayor conocimiento en el centro del país (80 por ciento) y menor en el occidente (68 por ciento).

PREFERENCIA POR LA DEMOCRACIA

Los datos de la ENCUCI 2020 muestran que casi siete de cada 10 personas prefieren la democracia que cualquier otra forma de gobierno. Sin embargo, casi tres de cada 10 mencionaron, o bien que a veces es preferible un régimen autoritario o bien que les daba lo mismo uno u otro tipo de régimen.

Un gobierno en el que todos y todas participen (69 por ciento), seguido muy de cerca por un gobierno de expertos/as (62 por ciento). Un líder fuerte fue mencionado por cuatro de cada 10 encuestadas y encuestados (42 por ciento); finalmente, un gobierno de militares apareció en cuarto lugar, con un nada despreciable 17 por ciento.

Cuando se preguntó a la ciudadanía si estaba de acuerdo con la frase “considero que tengo los conocimientos y habilidades” para participar en la vida política del país (votar, manifestarse y protestar, militar y postularse para un cargo de elección popular), el 69% mencionó estar “muy y algo de acuerdo”, mientras que el 29% dijo estar “algo o muy en desacuerdo”. Si nos concentramos en la respuesta “muy de acuerdo”, existen algunas diferencias importantes por sexo, ya que la cifra para los hombres es de 30%, mientras que para las mujeres es de 26%. Esta diferencia puede relacionarse con que el promedio de escolaridad de la población de 15 años y más es mayor en los hombres que en las mujeres.

SATISFACCIÓN CON LA DEMOCRACIA

Al analizar la satisfacción con la democracia, encontramos un 53 por ciento de satisfechos/as con ese régimen (entre estas personas, solamente un 12 por ciento declara estar “muy satisfecha” con la democracia) y un 47 por ciento de insatisfechos. Entre las regiones existe una brecha de 16 puntos porcentuales; entre la región sur, la que presenta el porcentaje mayor de las y los ciudadanos muy y algo satisfechos (63 por ciento) y la región centro, cuyo porcentaje de muy y algo satisfechos es de 47 por ciento.

CONFIANZA INE Y CALIDAD DE LAS ELECCIONES

Las y los mexicanos son altamente críticos respecto de la calidad de los procesos electorales en el país. La mayoría considera que las irregularidades o prácticas que debilitan la legitimidad de los comicios son frecuentes.

En especial, perciben como una práctica ampliamente extendida la compra de votos y la utilización de los recursos públicos por el gobierno para favorecer a sus partidos políticos.

El 79 por ciento de las personas cree que en las elecciones se compran los votos (aunque, al mismo tiempo, el 85 por ciento cree que “es posible votar libremente por el partido que se quiera”) y el 72 por ciento considera que el poder económico tiene una influencia desmedida en el desarrollo y resultado de los comicios.

El problema del clientelismo es preocupante en México. Existe una alta percepción sobre lo extendido que está el clientelismo en las elecciones. Un tercio de la población reporta conocer a alguien que ha recibido dinero y/o regalos por parte de los partidos políticos. Estos datos constituyen un potencial foco rojo, ya que, el clientelismo tiende a debilitar los vínculos programáticos entre partidos políticos y la ciudadanía. En lugar de que las y los ciudadanos voten de acuerdo con sus preferencias ideológicas o que su voto constituya un mecanismo para castigar o premiar el funcionamiento del gobierno en turno, el clientelismo supone que el voto está subordinado a la recepción de regalos y favores por parte de las maquinarias clientelistas de los partidos y gobiernos.

Asimismo, es necesario subrayar que el 52 por ciento de las personas confía en que los votos se cuentan limpiamente y el 47 por ciento considera que las autoridades electorales son justas

Es interesante observar que los niveles de confianza en la autoridad electoral son mayores que la confianza en la limpieza de las elecciones o en la objetividad de aquella: el 60 por ciento de la población confía mucho o algo en el INE (10 por ciento más que quienes consideran que las autoridades electorales son justas).

Al mismo tiempo, el INE es la tercera institución pública mejor valorada, debajo del Ejército (64 por ciento) y la Guardia Nacional (61 por ciento), pero por encima de los gobiernos estatales (41 por ciento) y municipales (38 por ciento), de la Presidencia (53 por ciento) o de los legisladores federales (23 por ciento).

La confianza en la autoridad electoral subió casi 20 puntos porcentuales entre el 2013 y el 2020 (al moverse de 40 a 60 por ciento de personas que dijeron confiar mucho y algo en el INE).

Las percepciones ciudadanas sobre el régimen político y la importancia del voto, sobre su propia preparación para participar políticamente y sobre la legitimidad de las elecciones influyen en la participación electoral. Dados los datos que se han mostrado, no sorprende que la participación electoral en México no sea particularmente alta. Desde la transición mexicana -con sus primeras elecciones competidas a nivel legislativo en 1997 y generales en 2000-, la ciudadanía se ha mostrado escéptica acerca de la importancia de su voto y de las elecciones como mecanismo de influencia en la vida pública.

En las elecciones federales (en las que se elige a la figura presidencial y a ambas Cámaras del Congreso de la Unión), los niveles de participación oscilan alrededor de 63 por ciento. En las elecciones intermedias (en las que se elige únicamente a quienes integran la Cámara de Diputados), la participación no ha alcanzado 50%, salvo en las elecciones de 1997 y 2021. El ligero incremento en la proporción de la ciudadanía que decidió votar en 2021 probablemente se explica por la coyuntura política; en especial, la percepción sobre la importancia de los comicios en el contexto de la alternancia partidista y el incremento de elecciones concurrentes (estatales, particularmente de gobernador y las federales).

COACCIÓN DEL VOTO

En términos de coacción del voto, es decir, cuando se ejerce una presión indebida al electorado durante el proceso electoral, un 14% considera muy frecuente que se amenace a las y los votantes en las casillas. No obstante, sólo 2% refiere que ha sido personalmente presionado, engañado o amenazado para votar de cierta manera, y 1% fue presionado para no votar.

Entre las acciones más comunes para coaccionar el voto se menciona principalmente pedir la credencial para votar (42%), pedir pruebas del sentido del voto (17%) y robar boletas, votos o urnas (15%).

Los altos niveles de corrupción, la extensión del fenómeno de clientelismo -compra y coacción del voto- y la frecuencia de la discriminación experimentada por las y los ciudadanos ponen en entredicho los avances logrados por la democracia mexicana en cuanto a la construcción del Estado de derecho y de una ciudadanía más igualitaria y cohesionada. Estos son, sin duda, los retos que requieren de atención urgente y que necesitan ser atendidos para lograr el fortalecimiento de la democracia mexicana.

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