- ¿Qué podemos festejar en torno a la política pública educativa de nuestro país y de la planta docente que la integra?
Norma G. Escamilla Barrientos
SemMéxico, Ciudad de México, 19 de mayo del 2023.- A propósito del «festejo» el Día del Maestro y la Maestra, siempre en letras chiquitas estas últimas, una imagen que se viralizó nos muestra de alguna forma lo decepcionantes que han sido las últimas intervenciones en el ámbito educativo y su política pública. La maestra zacatecana que fue entrevistada al salir del evento oficial, en Palacio Nacional, casi llorando por lo decepcionada que estuvo del encuentro donde les prohibieron hasta sacar celulares, y dónde el protocolario discurso del Presidente le quitó el gusto y lo emocionante de un verdadero «festejo», por lo menos para ella.
Por otra parte, habría que preguntarnos qué podemos festejar en torno a la política pública educativa de nuestro país y en específico de la planta docente que la integra. Hablar de la educación y la docencia en México nos llevaría a indagar en todo un espectro temático que no alcanzaríamos a plasmar en este espacio. Mayor aún, si hurgamos en lo que pasa tras bambalinas de la política pública actual, la cual plantea un discurso de “apertura y compromiso”, lo cual en la práctica se contrapone cuando observamos lo que viven de manera directa quienes tienen hijas e hijos en la escuela, la gran brecha que, en las aulas, escuelas, sindicatos y en la estructura realmente opera.
Se observa, no un sistema educativo, sino una gran taberna de venta y coerción de beneficios para las y los docentes, poniendo en desventaja desde los roles y estereotipos a las primeras, para poder mejorar salarios, para contar con beneficios económicos, para mantener su trabajo, para ausentarse por largas temporadas y para contar con dos plazas, entre muchas otras cosas. Esto claro está, es el mundo administrativo de la educación, lo cual no deja tiempo para lo esencial que es el trabajo frente a grupo, por ejemplo, una catedrática universitaria me comparte:
“Como maestra de la UNAM, para mantener mi rango, necesito tener ciertas horas de clase, publicar un libro, tener diversas publicaciones al año, hacer revisión de tesis, asistir a conferencias, entre tantas cosas más para poder ser beneficiaria a un pequeño reconocimiento económico”.
¿Cuánto tiempo y dinero invierten las y los docentes para estar frente a grupo?
No hay un tiempo determinado, ya que depende de los años de docencia, herramientas y creatividad que tengan, además de los diferentes trabajos que tienen para más o menos tener una economía que les permita solventar sus gastos día a día, y si sumamos a las maestras jefas de familia, pues es toda una proeza, ya que también deberán considerar el tema de cuidados. Es así que, el profesorado cuando está frente a grupo, ha sorteado todo lo anterior, pero además tuvo que planear y organizar su contenido, buscar e integra la bibliografía básica y de apoyo, preparar y dar su clase, y posterior a ella, viene la revisión y retroalimentación de escritos y/o actividades desarrolladas por el alumnado derivado de una clase, cada revisión pensemos cuánto tiempo le implica, si son grupos de 30 alumnes; también elabora el instrumento de evaluación, el cual registrará en la plataforma que la escuela le indique y/o hará una enorme fila para poder entregarla de manera física. Sin considerar las juntas sindicales y/o de actividades específicas.
Los pagos son otro tema, cuando pensamos en todo lo que implica estar frente a grupo, este depende del tipo de escuela y sistema al que se pertenezca, pero sin duda alguna, la mayoría de los salarios son bajos, lo cual no corresponde al nivel de responsabilidad que tienen. En algunas escuelas privadas pagan a su planta docente un salario de $150.00 pesos por hora en licenciatura, y $180.00 pesos a nivel maestría, lo cual me parece denigrante, una, por ser un negocio que no considera siquiera que, su planta docente para planear una clase, al menos requiere tres libros básicos, más dos o tres de apoyo, y si los tiene que comprar cada uno costará entre $300.00 a $500.00 pesos, es decir, su pago no es del todo libre, ya que requiere comprar libros y/o material que en la mayoría de los casos la escuela no proporciona. Mayor aún si sumamos todo lo anterior que son horas utilizadas en la planeación.
Al respecto, el profesor Antonio García Popoca, mexicano que lleva tres años en una escuela en Utha me comenta:
“En México cumplí 30 años de docente y jamás me dieron un reconocimiento, difícilmente se me permitía innovar, yo sentía que podía hacer más, así que me viene a Utha y acá tenemos salones con toda la tecnología, puedo aplicar mi experiencia y estrategias en la enseñanza, me encontré con un sistema educativo bien organizado, con muchos recursos para apoyar al docente y un respaldo por parte de directivos y maestros, lo cual me hacía sentir raro al inicio, los alumnos son demandantes y eso, hace mejor tu práctica”.
Por otro lado, observemos otra parte del prisma educativo: qué pasa y qué se está haciendo institucionalmente ante la ola de violencia sexual permanente y principalmente de maestros hombres hacia las alumnas y alumnos, visibilizando estas últimas la incompetencia y falta de responsabilidad por parte de las instituciones educativas a través de los tendederos, marchas, paros, que evidencian la falta de protocolos escolares, la falta de una perspectiva de género que transversalice el currículum escolar, la contratación de personal y el ámbito administrativo, entre otras carencias. Problema que se ha visibilizado desde preescolares hasta universidades en el ámbito público y privado, lo cual también es derivado de un sistema que no está actualizado al contexto y a las necesidades actuales de nuestro país.
Así que, más que «festejo», yo le llamaría conmemoración porque, hemos dicho en este espacio que, esta última nos lleva alzar la voz y a evidenciar aquello que aún falta por hacer, siempre intentando el bien común.
SEM/MG
