Serie| Mujeres constructoras de resiliencia y democracia: Coral Ávila Casco

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Acciones contra la violencia de género

Yaneth Tamayo Avalos

SemMéxico. Ciudad de México. 23 de junio 2022.- Coral Ávila Casco, se describe como una mujer a la que le gusta el poder. Se ve resiliente sin miedo al protagonismo que usa para construir y defender sus convicciones. No le teme a la adversidad, ya que se ha forjado con las fatalidades que atraviesan a la mayoría de las mujeres.

Nació en Puebla, Puebla, el 2 de octubre. Es la tercera de 4 hijos, dos hombres y dos mujeres, que procrearon su madre Guadalupe y su padre Óscar. Ambos, aunque solo estudiaron educación básica, le inculcaron el gusto por el arte, la cultura y los libros.

Narra que ellos le enseñaron a actuar por convicción y no por obligación, de ellos aprendió a ser persistente y disciplinada. Con cuenta que su padre siempre le hablaba de rebeldía, responsabilidad, valor civil y ejercicio de la ciudadanía.

Por la fecha de su nacimiento  – 2 de octubre cuando el Movimiento Popular Estudiantil fue reprimido en Tlatelolco en 1968- su pare  le dijo  que no olvidara que  pertenecía a una generación en donde los estudiantes  habían legado la posibilidad de alzar la voz para defender el derecho a la libertad; por eso debía comprometerse a tomar la palabra, participar y asumir su capacidad de intervenir en la cosa pública, con  la posibilidad de hablar y debatir  públicamente y así contribuir al sueño de esos estudiantes que imaginaron un mundo diferente y emancipado.

Desde niña fue distinta, le gustaba leer, escribir y conversar con personas mayores, relata que tenía un interés especial por la poesía, leía a Benedetti y a Whitman. De este género literario surgió su pasión por el derecho y la defensa de las mujeres; entre los libros de su madre había leído una frase de Parina Dal. *

“La revolución más grande que puede conocer un país es la que modifica la condición y manera de vivir de sus mujeres”.

El recordatorio de su padre y esta frase, marcaron el rumbo de una niña de 8 años que aún no dimensionaba lo que escuchaba y leía, pero que en la adultez se convertiría en un estandarte para ella.

En lo profesional, Coral Ávila Casco es una mujer dedicada, escribe una columna en el diario La Jornada Oriente-, es politóloga de profesión, activista y defensora de derechos humanos.

Ella sabe que el espacio público le pertenece a la ciudadanía, por ello desde lo profesional asume, propone y genera cambios.

Su acercamiento a la política

Declara sin rubor que siempre le ha gustado el poder, ya que este permite transformar, cambiar, intervenir, desplegar la opinión informada y plural. También el debate.

Desde niña empezó a mostrar rasgos de liderazgo. En la escuela adquirió herramientas para encabezar grupos. Este, afirma es “el poder bien entendido y compartido”. Encabezó acciones en beneficio de la comunidad escolar; dirigiendo  aprendió a  ser organizada, creativa y responsable. Sus posiciones fueron una actitud crítica  ante las injusticias. Así pudo enfrentar a la autoridad, a maestros o maestras injustas.

A los 17 años, desarrolló su habilidad en la argumentación. Se le abrió la puerta a la política. Su padre la acercó a una campaña electoral, y ahí, recuerda, le toco hacer y decir el discurso de presentación a un candidato a la gubernatura de Puebla.

 Cuenta que estando en el templete y rodeada de una multitud, donde nadie volteaba a verla, para ser escuchada habló con firmeza y elocuencia. “Tenía que persuadir a la audiencia”, no sabía que se convertiría en una oradora.

El candidato quedó sorprendido por sus habilidades, su recompensa fue integrarla a la campaña política como secretaria particular del coordinador. Su función era construir los discursos del candidato y vigilar que los operadores políticos hicieran su trabajo; su juventud, su claridad y liderazgo, pronto le traerían oportunidades.

Al comienzo como estudiante becada de ciencias políticas, desarrolló y perfeccionó su habilidad como oradora y escritora; sin embargo, las circunstancias económicas le negarían la oportunidad de estudiar en una de las escuelas más prestigiosas de Puebla; ni su inteligencia y mérito serían suficientes para la elite. Pero no todo estaría perdido, Tlaxcala fue su opción.

En esa entidad, que fue gobernada por una mujer, retomó sus estudios y empezó a trabajar en la coordinación de asesores del gobernador Alonso A. Sánchez Anaya. Labor que desempeñó durante cinco años, ahí aprendió a trabajar sin filias y sin fobias.

Menciona que, por mucho tiempo, fue la única mujer en trabajar en ese espacio considerado únicamente para hombres; sin embargo, no imaginaba qué, al terminar el mandato del gobernador, sus méritos no serían suficientes.

Violencia por razón de género

Siempre se imaginó desarrollando una carrera como funcionaria pública, su vida parecía plena, estaba esperando el nacimiento de su hija; sin embargo, asumirse como madre soltera le ocasionó dificultades. De forma invasiva, la sociedad empezaría a cuestionarla.

“Cuando se dieron cuenta que estaba embarazada, empecé a vivir un contexto en donde a las mujeres embarazadas se nos coloca en un papel de víctimas, empezaban a preguntar, quien era el papá de mi bebé, qué si me iba a casar, gente que no tenía ningún trato conmigo me hostigaba, fue una situación difícil”

De forma repentina se quedó sin trabajo. Ese fue el comienzo de un calvario burocrático. Vivió la discriminación y la violencia institucional; sus derechos laborales fueron pisoteados, hubo quien la culpabilizó por estar embarazada, por ejemplo:  el encargado de pagar los finiquitos se atrevió a decirle –si ese hijo fuera mío tendría apellido-.

“Hay un contexto en donde te quieren hacer bajar la cabeza, piensan que le hemos fallado a la sociedad, a la vida, porque no respondemos a los estereotipos que te imponen”

En su mirada todavía se aprecia el dolor que le causó el funcionario público que estaba a cargo de su despido, quien fue insensible y cruel ante su condición.

“Se me vino el tiempo de tener mi bebé, no contaba con dinero para internarme, casi se me pasa el parto; cuando nació mi hija me pidieron que me presentará por mi finiquito, al acudir varias veces me decían que no estaba, me daban puras largas.

Yo sé lo que es tener hambre, no contaba con suficiente dinero, solo para mi pasaje y la leche de mi bebé, pero no para comer, me tenían horas esperando, fue una forma de quebrarme para aceptar menos de lo que me correspondía. Recuerdo que llegaba cansada, con los pechos llenos de leche, sentía mucho dolor y hambre, no me querían pagar.
 
En ese momento me sentí tan vulnerable, pensaba en cómo era posible que teniendo una preparación académica y conociendo mis derechos me hicieran eso; pensé en las mujeres que estaban pasando por lo mismo, pero en situaciones aún más desfavorables que la mía, -si a mí me pasaba y como les iría a las demás-.” 

Ser violentada institucionalmente y estigmatizada por estar embarazada y no tener un hombre a lado, fue una situación humillante y dolorosa para Coral Ávila Casco. Ante esa violencia tuvo que aceptar una liquidación menor a la que le correspondía, pues la desesperación, la incertidumbre de alimentar a una recién nacida y la necesidad de poder comer, fueron más fuertes que luchar por sus derechos. ***

Para Coral, esa situación marco el inicio de su lucha por los derechos humanos de las mujeres,  tuvo así la firme convicción de no volver a ser violentada y desear un mejor futuro para su hija y las de más mujeres. Inició su trayecto en el activismo.

La defensa de los derechos de las mujeres

Sabiendo bien de oratoria y el uso de la palabra para generar canales de acción, decidió empezar a escribir desde hace 14 años, en el periódico La Jornada de Oriente, poniendo como centro de sus reflexiones el debate, los derechos de las mujeres, la participación ciudadana y la democracia.

Después de un año sin laborar y todavía con la angustia de sacar adelante a su hija, sus amigos y compañeros la invitaron a trabajar como formadora política, los temas de género serian su prioridad; sin embargo, el hecho de ser mujer y profesionista le jugarían en contra; en un espacio de hombres las mujeres no podían estar a la par, precarizaron y le negaron la autoría de su trabajo.

Esta situación ya no fue un obstáculo, en el 2010 decide formar “Mujeres en consenso, por nosotras y con ellos” asociación encargada que trabaja por los derechos de las mujeres, la participación ciudadana y la democracia en Tlaxcala; su objetivo, apropiarse del espacio público -el Congreso- y construir una agenda de género.

Su trabajo está enfocado en proporcionar datos sobre violencia, foros, capacitaciones e investigaciones, que aporten beneficios a la sociedad; además la posibilidad de  impulsar cambios legislativos, como fue la propuesta para crear el Instituto Tlaxcalteca de las Mujeres. También promovió acciones afirmativas en materia electoral y la homologación de las normas para el delito de feminicidio.

“A veces este trabajo ciudadano no se mira, porque al final quienes toman las decisiones son los legisladores, la mayoría de las mujeres y hombres que llegan a estos puestos se les olvida el compromiso que tienen con la sociedad.
 
En temas de género y derechos humanos deberían ser expertos o por lo menos contratar a personal especialista que sepan sobre sus responsabilidades y los apoyen en el trabajo, nosotras como activistas estamos precarizadas y hacemos lo que les corresponde, cuando ellos son quienes tienen el presupuesto para hacer esas actividades.”

Coral Ávila Casco, clara y firme habla de las injusticias ejercidas por las instituciones. Rechaza la  sistemática conducta de las autoridades y legisladores que vulneran los derechos humanos de las mujeres. Y es qué, narra, sobre esas y esos políticos que antes de asumir sus cargos tratan de ganarse la simpatía de la ciudadanía vendiendo espejismos donde las mujeres se convierten sólo en promesas de campaña, con propuestas asistencialistas.

Las circunstancias por las que ha pasado y los aprendizajes que le ha dejado su activismo, la han convertido en una mujer que ha reivindicado su derecho a equivocarse y a cambiar de opinión, así como a reconocer sus limitaciones y a no aspirar a ser perfecta.

Sabe que el respeto a las diferencias y la empatía, en especial con otras mujeres, pueden contribuir en la lucha contra las injusticias y a la transformación del mundo por mejores circunstancias, por ello comparte este mensaje.

Deseo que sepan que no están solas, a veces sentimos que todo el mundo se nos viene abajo y que estamos solas, pero no es cierto, nos tenemos a nosotras mismas, debemos atrevernos a mirarnos con ternura y a perdonarnos, a sacar del vocabulario la palabra culpa y abnegación, eliminar de la mente la idea de que merecemos lo que nos pasa porque fallamos, tenemos que reivindicar nuestro derecho a equivocarnos. 

Todas hemos pasado por algo y no podemos decir que alguien ha sufrido más que nosotras, ningún sentimiento es menos que otro.  Les pido que se miren al espejo y busquen el momento en que más felices se sintieron, sientan, entiendan y asuman lo valientes y fuertes que han sido, porque han soportado tanto sufrimiento y siguen aquí.

Esto es de pasito a pasito, solo es necesario volverlo a intentar, levanten la cabeza y recuerden que nada de lo que hayan hecho las hace menos dignas.

* Parina Dal, directora del Programa de Acción Femenina en el Ministerio de Desarrollo Comunitario de la India en 1959.

*** El artículo 18 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia, la violencia institucional, son los actos u omisiones de las y los servidores públicos de cualquier orden de gobierno que discriminen o tengan como fin dilatar, obstaculizar o impedir el goce y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres.

“Esta historia fue apoyada por la International Women’s Media Foundation y el programa VAW-PM del NDI”.

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